Ana Cuevas
Al maestro Antonio Aramayona
MAESTROS:
Mi amigo Antonio fue profesor de filosofía hasta que una traidora
dolencia se cruzó en su camino. La posibilidad de despertar inquietudes
en sus jóvenes alumnos y enseñarles a pensar le producía una felicidad
indescriptible. Confiaba en estimular sus mentes para que rindieran todo
su potencial, sí. Pero sobre todo, para que aprendieran a ser libres y
felices. La enfermedad consiguió alejarle de las aulas pero no del
compromiso. Un maestro es un maestro bajo cualquier circunstancia. Y
este "perro-flauta-motorizado" (como se define a sí mismo por tener que
desplazarse en silla de ruedas), es un señor maestro de los pies a la
cabeza. Defensor implacable de una enseñanza pública y laica, Antonio
lleva meses protagonizando una protesta diaria ante la puerta de la
vivienda de la consejera de educación aragonesa. De forma respetuosa
pero tenaz, bajo un sol de justicia o cayendo chuzos de punta, a pesar
de los dolores que soporta estoicamente y de la incomprensión de la
inmensa mayoría, mi intrépido amigo acude puntualmente a su cita
cotidiana.
MINISTROS:
Un tal Ignacio Wert que entre sus variados galardones cuenta con un
máster en sociología política y califica la huelga contra su ley de
¿educación? como una huelga política. ¡Toc!, ¡toc!- llamando al cerebro
de Wert- ¿Hay signos de vida inteligente por ahí? Va a ser que no
porque, si los hubiera, no podría soltar una tontada tan gorda. El
máster en sociología política, que fijo costaba un huevo, una mierda
oiga, con todos mis respetos. Si hubiera tenido la suerte de tener un
maestro como mi amigo Antonio, entendería de qué hablo. ¡Por supuesto
que es política! que no le quepa duda. La desencadena una serie de
decisiones políticas que perjudican notablemente la educación de los
niños y los jóvenes. La semilla de nuestro futuro. Esa que tan
mimosamente arropan maestros como mi amigo Antonio y ahora quieren
agostar capullos masterizados como el señor ministro. Seguro que sus
padres se gastaron un pastizal en colegios privados y exclusivos.
Tiraron el dinero. Nadie le enseñó al pobre Ignacio que el origen de las
huelgas, de una manera u otra, siempre es político. Que para sobrevivir
a la política, sobre todo a la suya, no queda otra alternativa que
responder con política. Y tratándose de la educación de nuestros hijos,
con corazón y el resto de vísceras necesarias. ¿Es capaz de entender
eso? Pues vaya tomando nota, señor ministro.
Nota de Lazarillo: ¿Que si la señora consejera de Educación del gobierno aragónes ha dado alguna muestra de sensibilidad social ante la permanencia en la protesta de nuestro estimado profesor? Por supuesto que no. La consejera de tal materia se atiene a la consigna de su jefe mayor: eso sería política.
Nota de Lazarillo: ¿Que si la señora consejera de Educación del gobierno aragónes ha dado alguna muestra de sensibilidad social ante la permanencia en la protesta de nuestro estimado profesor? Por supuesto que no. La consejera de tal materia se atiene a la consigna de su jefe mayor: eso sería política.
DdA, X/2.488
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