El forista Ayuntamiento que lo parió disolvió el domingo la sentada que
protagonizaban unos 50 ciudadanos en la plaza de Arturo Arias pidiendo
algo tan obvio como el libre uso de los espacios públicos. Esta nueva
hazaña de la concejalía de Seguridad Ciudadana (sic) se ha remachado con
la apestosa y fascistoide disculpa de que se trataba de una “protesta
política”. Y uno se pregunta por qué el adjetivo “político” se usa
siempre para desacreditar las acciones de los ciudadanos pero, a la vez,
se emplea para encubrir cualquier acción que toman quienes gobiernan,
como por ejemplo subirse el sueldo o tapar la calle. La política la
hacen solo los políticos, al parecer, y se perpetúan en cargos que
terminan por ser hereditarios. Pero los ciudadanos que se meten en
política aunque sea al sentarse en el suelo para discrepar, son
peligrosos y deben ser disueltos, multados y desacreditados. Así nos
luce el pelo. Reivindicar Gibraltar es, al parecer, un gesto patriótico,
pero reclamar pacíficamente una plaza pública para tomar el sol o una
de sidra es una peligrosa exhibición de agitación política anti sistema,
urdida por quienes, según el forismo y algunos más que callan y
otorgan, no están capacitados para opinar sobre lo que se hace en su
ciudad. La madurez política y cívica de los ciudadanos es algo de lo que
presumen mucho los gobernantes cuando la gente va a votarles, a apagar
un incendio, a donar sangre, o a batir un récord de echar sidra a mayor
gloria de la gestión turística local (sic). Pero si los ciudadanos
ejercitan pacíficamente en la calle su capacidad de juicio, sus
libertades individuales y sus cabreos ante decisiones políticas que
consideran injustas o desproporcionadas, pierden de inmediato cualquier
traza de madurez. De inmediato son tratados como menores respondones,
como delincuentes descerebrados o peligrosos terroristas que usan su
culo sentado como arma de destrucción masiva y desestabilización
ciudadana. Lo que está pasando en la plaza de Arturo Arias ya empieza a
ser de vergüenza ajena en las manos de un gobierno municipal que
convierte su inseguridad particular en un problema de seguridad
ciudadana. Las lógicas presiones de lagareros y hosteleros han servido
para que se toleren los culetes de sidra en las calles, pero la presión
de los ciudadanos no consigue que se les permita colocar sus traseros en
la aceras. Resumen: alguien gobierna con el culo o confunde el culo con
las témporas. O las dos cosas.
DdA, X/2.472
1 comentario:
Poncela, buen artículoy agudo sentido crítico.Bienvenido.
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