sábado, 17 de agosto de 2013

GERVASIO PUERTA, UNA DE LAS PÁGINAS MÁS DIGNAS DE LA LUCHA ANTIFRANQUISTA


Félix Población
El pasado jueves falleció a los 92 años de edad Gervasio Puerta García, presidente de la Asociación de Expresos y Represaliados Antifranquistas durante más de cinco lustros.  Durante muchos años, después de haber sido un luchador contra la dictadura franquista, trabajó sin descanso por el reconocimiento de los ex presos políticos a cuya causa dedicó muchos esfuerzos. Gervasio “El Rubio” Puerta García fue de Milagros (Burgos) a Madrid para trabajar de dependiente de ultramarinos dos meses antes de que estallara la Guerra Civil. Se incorporó al ejército Republicano en la Sierra de Guadarrama a los quince años y participó en las batallas de Aragón, Teruel, y el Ebro. El Rubio militó en la Unión General de Trabajadores y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Se refugió en Francia, donde le internaron en varios campos. Tras la entrada de las tropas alemanas en ese país evitó que le llevaran a un campo de comcentración alemán. Se incorporó al trabajo clandestino de las JSU en los Pirineos, regresó a España, y trabajó como organizador de las JSU en Madrid. Estuvo encarcelado en Sevilla y Burgos surante el franquismo y fue detenido otra vez y torturado con su esposa en 1961. Trabajó también el Centro de Información y Solidaridad con España. En esta página de la universidad de San Diego (California) se puede descargar su memoria a viva voz: http://libraries.ucsd.edu/speccoll/scwmemory/catalog/esp-bb3141146g.html.
Con la muerte de Gervasio Puerta no se debería perder una de las páginas más auténticas que se han escrito en ese país en contra de la dictadura franquista. Su vida debería ser una lección de dignidad y un ejemplo de honradez para las jóvenes generaciones, que tan necesitadas están y van a seguir estando de casos como el de Puerta. Es deplorable, sin embargo, que debamos buscar el testimonio de su lucha en una universidad extranjera y no en ese nuevo Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, cuyo contenido y perspectivas como servicio público, dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del señor Wert, está a expensas de un Gobierno que no solo ha dado sobradas pruebas de ignorar y despreciar esa memoria -sepultada sin nombre ni reparación en cunetas y fosas-, sino de restaurar la otra. Tal parece a juzgar por la restauración  del Valle de los Caídos o Valle de Franco, o por pancartas como la mostrada públicamente en la plaza de toros del Ayuntamiento de Pinto, en la que se da la razón a Hitler, aliado del extinto caudillo en la derrota de la Segunda República, esa República de la que el poeta Antonio Machado dijo en un artículo publicado el 14 de abril de 1937 que estaba integrada por: "Unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder sin haberlo deseado, acaso sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales, de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es el del porvenir. Para estos hombres eran sagradas las más justas y legítimas aspiraciones del pueblo; contra ellas no se podía gobernar, porque el satisfacerlas era precisamente la más honda razón de ser de todo gobierno; y estos hombres, nada revolucionarios, llenos de respeto, mesura y tolerancia, ni atropellaron ningún derecho ni desertaron de ninguno de sus deberes. Tal fue, a grandes rasgos, la segunda gloriosa República Española, que terminó, a mi juicio, con la disolución de las Cortes Constituyentes [con la victoria de la derechista CEDA en las elecciones de 1933]. Destaquemos este claro nombre representativo: Manuel Azaña".
"Pero la traición fracasó dentro de casa -añade más adelante el poeta de Campos de Castilla-, porque el pueblo despierto y vigilante, la había advertido. Y surgió la República actual, la más gloriosa de las tres -digámoslo hoy valientemente, porque dentro de veinte años lo dirán a coro los niños de las escuelas-; surgió la tercera República Española con el triunfo en las urnas del Frente Popular. Volvían los mismos hombres de 1931, obedientes al pueblo, cuya voluntad legítimamente representaban; y otra vez traían un mandato del pueblo, que no era precisamente la revolución social, pero sí el deber ineludible de no retroceder ante ningún esfuerzo, ante ningún sacrificio, si la reacción vencida intentaba nuevas y desesperadas traiciones. Y surgió la rebelión de los militares, la traición madura y definitiva que se había gestado durante años enteros. Fue uno de los hechos más cobardes que registra nuestra historia. Los militares rebeldes volvieron contra el pueblo todas las armas que el pueblo había puesto en sus manos para defender a la nación, como no tenían brazos voluntarios para empuñarlas, los compraron al hambre africana, pagaron con oro, que tampoco era suyo, todo un ejército de mercenarios, y como esto no era todavía bastante para triunfar ante un pueblo casi inerme, pero heroico y abnegado, abrieron nuestros puertos y nuestras fronteras a los anhelos imperialistas de dos grandes potencias europeas. ¿A qué seguir?… Vendieron a España. Pero la fortaleza de la tercera República sigue en pie. Hoy la defiende el pueblo contra los traidores de dentro y los invasores de fuera, porque la República, que empezó siendo una noble experiencia española, es hoy España misma. Y es el nombre de España, sin adjetivos, el que debemos destacar en este 14 de abril de 1937".

Sirvan las palabras de Antonio Machado como mejor testimonio para resaltar la dignidad en su lucha de Gervasio Puerta García, hecha de la dignidad de aquellos hombres honrados y obedientes a la voluntad pregresiva de la nación, tan esenciales ahora y siempre para enfrentarse a los vientos regresivos de la historia, hoy en gestación global.

DdA, X/2.460

2 comentarios:

Ariadna Menéndez Rodríguez dijo...

Gracias Tito Gervasio y Tita, Margarita Sanchez Alvaredo. No ha existido ser humano más dulce y bueno que tú, tita mía.

Lazarillo dijo...

Elimino la foto por si interrumpe la buena lectura del texto. Gracias por tu memoria Ariadna.

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