Ana Cuevas
El Washington Post exhibe la miseria de España en su portada. Relatan la
trayectoria de un país que naufragó tras una etapa gloriosa de vino y
rosas, dinero barato y especuladores financieros. Las consecuencias: una
hecatombe social y el aumento exponencial de la pobreza entre la
población. Nada que sea desconocido para ellos, precursores del
capitalismo salvaje e inhumano que hoy sufren nuestras íberas carnes.
Sin embargo, hay un matiz que sí nos diferencia. Aquí, en la
surrealista piel de toro, los políticos que acarrean nuestra miseria no
necesitan ser encantadores de serpientes, hábiles oradores o tener
personalidades carismáticas. Ni siquiera requieren aparentar decencia o
mentir fluidamente. Y si se les pilla con las manos en la masa, nada de
nada. Que al fin y al cabo, esto es España. El latrocinio se les supone a
los cargos políticos como el valor a los toreros. Luego con decir, como
Alvarez Cascos o Javier Arenas, que no recuerdan, asunto arreglado.
Pues ya se sabe que las gentes de la derechona son desmemoriadas en lo
referente a algunas cosas. En particular con los crímenes relacionados
con la dictadura y las comisiones ilegales.
Amnesia selectiva, creo que
se llama. Hasta qué punto les afecta este problema que, por ejemplo, no
solo se les olvidó despedir a Barcenas cuando se descubrieron sus
cuentas en Suiza. ¡Le subieron un 60% los honorarios por no hacer nada!
¿Son o no son despistados? Los peor pensados dirán que, con el sueldazo
(cobraba más que el propio presidente), el Partido Popular pagaba el
alzheimer del ex-tesorero en todo lo relacionado con el reparto de
sobres entre la cúpula pepera. La gente, que es muy mala.
Yo creo que
para remover los recuerdos de Cascos, Arenas, Cospedal o Rajoy habría
que buscar ayuda. ¿Y quiénes mejor que los pagadores de estas comisiones
ilegales? Tirando de ese hilo, quizás se pueda desenredar la maraña del
olvido voluntario que asola a este partido. Al fin y al cabo, si
soltaron el parné no fue de balde. Seguro que, entre concesión y
concesión, algunos empresarios les cantaban al oído:"Bien pagaos, os llaman los bien pagaos porque vuestros concursos compré y a mí me los entregasteis por un puñao de parné. Bien pagaos, bien pagaos fuisteis, PP.
Pues eso,¡que canten el resto de la copla! ¡Ah! y para la nueva portada del Washington Post yo recomendaría la polémica pintura de Barcenas sacándonos la lengua. Define mejor a la miseria patria.
DdA, X/2.458

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