Las desigualdades de trato que el sistema fiscal produce entre los
españoles son una prueba más de que lo establecido en tiempos de la
transición ya no sirve para hoy. Un punto en el que queda reflejada la
afirmación anterior es, sin duda, la recaudación del 0,7% de cada renta
presentada y su destino inamovible hasta ahora a dos únicos
destinatarios: el Gobierno de turno y la Iglesia. Son los únicos
beneficiarios del chollo del IRPF con sus respectivas clientelas de
organizaciones subvencionadas.
Pero la realidad nacional es mucho más compleja y no puede acomodarse
a ese corsé que impide una democrática distribución de los millones de
euros que los declarantes aportamos con el 0,7%. Si etimológicamente
democracia pudiera entenderse como la doctrina favorable a la
intervención del pueblo en el Gobierno –con la actual ley electoral,
desde luego eso es imposible-se está faltando descaradamente a ese
principio cuando se nos hurta el derecho a decidir el destino del 0,7%
de nuestra declaración imponiéndonos las dos única opciones: la de la
casilla gubernamental o la del bando religioso.
Comprendo que los católicos lo tengan claro y disfruten satisfechos
con la mamandurria, y que otro tanto ocurra al archipiélago de
organizaciones, encuadradas genéricamente como ONG, a las que la
Administración les regala esa pasta sin pedir nuestra opinión. Porque de
esto se trata, de que los ciudadanos podamos decidir sin cortapisas
quiénes deben ser los beneficiarios. Además, de paso, con la libérrima
elección de cada cual se podría llevar a cabo lo que tanto se oye en la
calle: que partidos políticos, sindicatos y todo tipo de colectivos
organizados y legales se sustente exclusivamente de las cuotas de sus
afiliados y de las aportaciones del IRPF designadas de manera explícita
por los declarantes.
¿En qué razonamiento equilibrado cabe que un ateo deba sufragar
forzosamente a la Iglesia o a las ONG enchufadas del Gobierno? ¿Es justo
acaso que un antitaurino tenga sin remedio que financiar a Cáritas o a
Cruz Roja cuando en el currículo de ambas figura la organización o el
beneficio de corridas de toros? En marzo, Cáritas de Don Benito
(Badajoz) aceptó, con total ausencia de escrúpulos, que se montara uno
de esos sangrientos espectáculos bajo el pretexto de la recaudación de
fondos. El obispo de Badajoz, el primer responsable de Cáritas en esa
provincia, debería aclarar si las reglas del juego han cambiado y ahora
el fin sí justifica los medios, incluido el de recibir dinero manchado
de sangre. En un listado sobre ONG que Asanda (Asociación Andaluza para
la Defensa de los Animales) ha hecho público, se puede comprobar lo
golosos que resultan los billetes para el variopinto racimo de
organizaciones no gubernamentales que se compadrea con espectáculos
donde cualquier asomo de ética y moralidad está desaparecido. Desde la
Cruz Roja a asociaciones que practican el efecto llamada a inmigrantes
ilegales, pasando por Intermonoxfan, Hermanitas de los Pobres, Manos
Unidas o Médicos Sin Fronteras; todos ellos pringados en crueles
espectáculos taurinos. El listado completo puede consultarse en www.asanda.org.
Ya es hora de que ese impresentable duopolio –el Gobierno de turno y
la Iglesia- dé paso a un reparto democrático según la voluntad del
contribuyente, cuyo destino deberá ser cualquier entidad legal y sin
ánimo de lucro. Exijámoslo. Pidamos imperiosamente el fin del
clientelismo político y religioso a costa de nuestro bolsillo. El 0,7%
es nuestro, de los ciudadanos, no de los mamandurriadores, y por lo
tanto nosotros somos los que debemos decidir el receptor de la
aportación.
DdA, X/2.407
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