
Manuel Tirado
Una vieja amiga cántabra solía contarme un chascarrillo norteño que
añadía vitriolo a la fina estampa que retrata la lógica del poder en
este desventurado país: "Ya no sabemos si el Banco es de Santander o
Santander es del banco". Se refería, claro, al vampírico tinglado
montado hace varias generaciones por esos ahorradores pasiegos de rancio
abolengo a los que un maldito apellido condenó desde la cuna: los Botín.
Y otro tanto podría afirmarse hoy acerca de los partidos políticos, los
medios de comunicación o los clubes de fútbol, pues a todos los tienen
trincados los malandrines por los colgajos. De ahí que la totalidad de
las causas judiciales abiertas contra los miembros del clan de la
corbata roja —evasión fiscal, indemnizaciones desorbitadas, etc.— hayan
sido archivadas a cambio de millonaria calderilla
—si se me permite el oxímoron—; y de ahí que estos días la paniaguada
prensa patria, que ha venido silenciando discretamente todas y cada una
de las tropelías santanderinas, despida con honores de brillante gestor a quien la justicia sentenció como ímprobo y probado delincuente, Alfredo Sáenz, que se retira de la vicepresidencia de la casa madre con una pensión de ochenta y ocho millones de euros
que sumar a lo expoliado a sus clientes a lo largo de toda una vida
dedicado a la usura. Una pensión que, por su desafío al decoro en
tiempos de miseria, quedará como el mayor agravio comparativo de un
gremio al que los tiesos de España hemos ayudado ya con casi doscientos mil millones públicos
(que no tenemos) desde que su avaricia y sus artimañas nos abocaran a
una crisis que aún le parece ajena; un gremio que, por su cansina reincidencia,
impele a las profesionales del sexo a reiterar su ya legendaria
defensa: "Las putas insistimos: los banqueros no son nuestros hijos".
CODA: Sirva como coda al breve y agudo artículo de Manuel Tirado que el mismo día en que supimos que el consejero-delegado del Banco Santander dejaba su cargo con una pensión de 88 millones de euros, cuatro ancianos agricultores fallecían en los campos de La Mancha furante sus faenas con el tractor, al que se habían visto obligados a subirse por necesidades de sobrevivencia. Uno de ellos, según informó El Plural, tenía 90 años y la comparanza de lo suyo con Sáenz bien le podría haber hecho recordar viejos tiempos de oligarquía y miseria. DdA
CODA: Sirva como coda al breve y agudo artículo de Manuel Tirado que el mismo día en que supimos que el consejero-delegado del Banco Santander dejaba su cargo con una pensión de 88 millones de euros, cuatro ancianos agricultores fallecían en los campos de La Mancha furante sus faenas con el tractor, al que se habían visto obligados a subirse por necesidades de sobrevivencia. Uno de ellos, según informó El Plural, tenía 90 años y la comparanza de lo suyo con Sáenz bien le podría haber hecho recordar viejos tiempos de oligarquía y miseria. DdA
PUNTOS DE PÁGINA+@¿"Qué hace su banco con su dinero? Nuestros ahorros pueden cambiar el mundo". Entrevista con el subdirector de Triodos Bank
DdA, X/2373
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