jueves, 2 de mayo de 2013

"LAS PUTAS INSISTIMOS: LOS BANQUEROS NO SON NUESTROS HIJOS"


Manuel Tirado

Una vieja amiga cántabra solía contarme un chascarrillo norteño que añadía vitriolo a la fina estampa que retrata la lógica del poder en este desventurado país: "Ya no sabemos si el Banco es de Santander o Santander es del banco". Se refería, claro, al vampírico tinglado montado hace varias generaciones por esos ahorradores pasiegos de rancio abolengo a los que un maldito apellido condenó desde la cuna: los Botín. Y otro tanto podría afirmarse hoy acerca de los partidos políticos, los medios de comunicación o los clubes de fútbol, pues a todos los tienen trincados los malandrines por los colgajos. De ahí que la totalidad de las causas judiciales abiertas contra los miembros del clan de la corbata roja —evasión fiscal, indemnizaciones desorbitadas, etc.— hayan sido archivadas a cambio de millonaria calderilla —si se me permite el oxímoron—; y de ahí que estos días la paniaguada prensa patria, que ha venido silenciando discretamente todas y cada una de las tropelías santanderinas, despida con honores de brillante gestor a quien la justicia sentenció como ímprobo y probado delincuente, Alfredo Sáenz, que se retira de la vicepresidencia de la casa madre con una pensión de ochenta y ocho millones de euros que sumar a lo expoliado a sus clientes a lo largo de toda una vida dedicado a la usura. Una pensión que, por su desafío al decoro en tiempos de miseria, quedará como el mayor agravio comparativo de un gremio al que los tiesos de España hemos ayudado ya con casi doscientos mil millones públicos (que no tenemos) desde que su avaricia y sus artimañas nos abocaran a una crisis que aún le parece ajena; un gremio que, por su cansina reincidencia, impele a las profesionales del sexo a reiterar su ya legendaria defensa: "Las putas insistimos: los banqueros no son nuestros hijos".

CODA: Sirva como coda al breve y agudo artículo de Manuel Tirado que el mismo día en que supimos que el consejero-delegado del Banco Santander dejaba su cargo con una pensión de 88 millones de euros, cuatro ancianos agricultores fallecían en los campos de La Mancha furante sus faenas con el tractor, al que se habían visto obligados a subirse por necesidades de sobrevivencia. Uno de ellos, según informó El Plural,  tenía 90 años y la comparanza de lo suyo con Sáenz bien le podría haber hecho recordar viejos tiempos de oligarquía y miseria. DdA

PUNTOS DE PÁGINA+@¿"Qué hace su banco con su dinero? Nuestros ahorros pueden cambiar el mundo". Entrevista con el subdirector de Triodos Bank
DdA, X/2373

No hay comentarios:

Publicar un comentario