sábado, 25 de mayo de 2013

LA DIGNIDAD ES UN MAL MUY RESISTENTE A LOS EXORCISTAS*


Ana Cuevas

Estos últimos días me siento rara (más de lo habitual). A ratos, pierdo la consciencia pacifista y hippie que me caracteriza y un ente oscuro e iracundo me susurra locuras al oído.Ya empezaba a creer que sufría un brote esquizofrénico cuando me enteré por la prensa que el arzobispado madrileño buscaba exorcistas desesperadamente. Según explican los monseñores, es tan grande la demanda social que no dan a basto con la plantilla corriente. Parece ser que el Maligno ha desatado sus huestes okupa-demoniacas y una plaga de posesiones diabólicas asola nuestra patria. 

Algo de razón no les falta. Una ciudadanía necrosada para la esperanza (sin trabajo, sin libertad, sin futuro) es susceptible de pasarse al lado oscuro y experimentar mutaciones espeluznantes en su comportamiento. Por ejemplo: Toda esa gente que antes yacía aborregada e impasible en su sofá y ahora se lanza a las calles reclamando derechos sociales, laborales o cualquier otra aspiración demócrata-satánica. Endemoniados hasta el tuétano, sin duda.

Igual que esas limpiadoras aragonesas que se han puesto en pie de mocho a defender su convenio con una huelga indefinida, como en los viejos tiempos. ¡Con la que está cayendo! Tienen que estar poseídas. Porque sino no se explica que osen plantarle cara, a pecho descubierto, a un sistema que no titubea un segundo en aplastar el mínimo germen de rebeldía. Al demonio, en este caso, podemos llamarle Dignidad. Y los exorcistas deberían saber que es una clase de alien difícil de exorcizar.

Una vez instalada en tu cuerpo, la Dignidad transforma la personalidad del ocupado. Lo vuelve inmune al desaliento. ¡Qué vayan preparando legiones de exorcistas!. Porque este mal, además, es contagioso. Y ferozmente resistente al agua bendita, a los crucifijos y a las maquiavélicas jugarretas patronales. Puede que la cabeza no nos dé vueltas como a la encantadora niña del legendario thriller, pero notamos como nos corre el orgullo obrero por las venas y nos sentimos poderosas como Arcángeles Caídos.

¿¡Va de retro!?.¡Ni de coña!

*Dedicado a mi querido amigo Antonio Aramayona

Puntos de Página
No olvidemos a nuestros hermanos del desierto!

DdA, X/2395

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