Leo en el diario La Nueva España
el caso de Zoe, una pequeña perra abandonada que gracias al acuerdo entre dos
asociaciones protectoras de animales -la mierense El Trasgu y la holandesa SOS
Strays- fue adoptada por una familia de Amsterdam. La primera de las entidades
se había hecho con la gestión de una perrera local en la que se encontraban albergados hasta 80 animales abandonados por sus dueños, entre los que se encontraba Zoe. Fruto
del convenio firmado entre El Trasgu y la asociación holandesa, 35 de esos
perros fueron adoptados por familias de este país. A Zoe le tocó ser la mascota
de un matrimonio joven con dos hijos. Según cuenta el citado periódico, la
perrita se integró perfectamente a las pocas semanas y se acostumbró a dormir silenciosa y plácidamente
al pie de la cuna de uno de los hijos de la pareja, un bebé de pocos meses.
Un día de la semana pasada, sin
embargo, Rachelle Wiertz, la madre de la criatura, se despertó alarmada ante
los insólitos ladridos de Zoe. Entró en la habitación de sus hijos y se encontró a la perra muy inquieta. Preocupada,
la mujer decidió sacar a Zoe al jardín para intentar tranquilizarla, pero Zoe insistía en permanecer al lado de la camita del bebé, sin parar
de ladrar. La serenidad de la madre pronto dio paso a un inquietante pálpito -se dice en la noticia-.
De repente supo que algo malo estaba pasando. Se abalanzó sobre la cuna casi
instintivamente y se encontró a su hijo pequeño aparentemente sin vida. No
respiraba y su rostro tenía una alarmante tonalidad azul.
Los ladridos de alarma de la pequeña perra mierense salvaron la vida al bebé. Su madre se encargó de reanimarle, respondiendo bien el pequeño, que posteriormente fue trasladado a un hospital. Los médicos explicaron a los padres que todo había sido debido a una convulsión por fiebre. «Si Zoe no hubiera ladrado, habríamos encontrado muerto a nuestro bebé por la mañana», reconoció con alivio Rachelle Wiertz. Los integrantes de SOS Strays y El Trasgu coinciden en destacar las conclusiones de este hecho extraordinario que viene a reafirmar la filosofía que anima a ambas sociedades protectoras de animales: "Confiamos en que sirva para que la sociedad se dé cuenta de lo importante que es dar una segunda oportunidad a estos animales". Quienes alguna vez lo hayan hecho, lo saben.
Foto: Rachelle Wiertz, con el mayor de sus hijos y la perrita Zoe.
*Artículo publicados también en Asturias Mundial
Publicado en Diario del Aire, 6-I-2006.
Los ladridos de alarma de la pequeña perra mierense salvaron la vida al bebé. Su madre se encargó de reanimarle, respondiendo bien el pequeño, que posteriormente fue trasladado a un hospital. Los médicos explicaron a los padres que todo había sido debido a una convulsión por fiebre. «Si Zoe no hubiera ladrado, habríamos encontrado muerto a nuestro bebé por la mañana», reconoció con alivio Rachelle Wiertz. Los integrantes de SOS Strays y El Trasgu coinciden en destacar las conclusiones de este hecho extraordinario que viene a reafirmar la filosofía que anima a ambas sociedades protectoras de animales: "Confiamos en que sirva para que la sociedad se dé cuenta de lo importante que es dar una segunda oportunidad a estos animales". Quienes alguna vez lo hayan hecho, lo saben.
Foto: Rachelle Wiertz, con el mayor de sus hijos y la perrita Zoe.
*Artículo publicados también en Asturias Mundial
MATANZA Y ABANDONO DE GALGOS
Félix Población
No hace mucho, a mi hija se le metió una galga en su colegio. Huía del
abuso de su amo, que tras explotar su pujanza corredora o paridora la
abandonó en los caminos al hambre y al suicidio. Digo suicidio porque
ésa es la expresión de los ojos de los galgos errantes en las cunetas de
las carreteras. Digo suicidio porque ésa es su imagen a la intemperie
del invierno. Flacos, medrosos, apaleados, su deambular vacilante sobre
el asfalto tal parece que buscara en las ruedas de los vehículos el
apetecido fin a tanta desolación. La galga del colegio de mi hija sólo
quería tratar con niños. Rehuía por instinto de sobrevivencia la
presencia de los adultos, identificados sin duda por su instinto
criminal. Supe por el empeño que pusieron los chicos en evitar la
perrera para su inopinada mascota que salvandogalgos@mac.com
es una sociedad correctora de ese residual y encanallado bestialismo
humano. Gracias a ella, centenares de galgos abandonados son adoptados
en países como Bélgica, donde esa raza canina goza de la máxima
estimación como animal doméstico. Por desgracia, nada ni nadie puede
evitar al parecer que los desalmados escopeteros hagan diana en el
cuerpo de sus fieles lebreles o los cuelguen de una encina. Aunque
Europa lo sepa y el caso nos denigre como ciudadanos de esa comunidadPublicado en Diario del Aire, 6-I-2006.
DdA, X/2374
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