viernes, 10 de mayo de 2013

EL CAFÉ DE PREVERT EN MAYO DEL 68

María Jesús Casals

Era adolescente y en clase de francés me dieron esta poesía para leerla en voz alta, explicarla, traducirla: "Déjeuner du matin", de Jacques Prévert (1900-1977). Me dejó tocada ¡un poema tan sencillo!. Busqué a Prévert, aún vivía, en mi primer viaje a París, 17 años. Fue muy importante para mí ese viaje porque fui a buscar lo que en España no llegaba: poetas, escritores, cantantes (Piaf, Trené, Moustaki, Brel, Ferré, Gainsbourg, Brassens..., Paco Ibáñez, nuestro exiliado). Un viaje muy importante, con mi jersei de lana de color hueso y con dibujos de ochos, mis vaqueros, mis botas camperas, mi larga trenza, y toda esa ilusión del descubrimiento, del botín. Más de 40 años después me sigue emociando este Prévert, tan ligero, tan simple, tan profundo. Amo a Francia porque es un lugar que ha sabido disfrutar (lo sigue haciendo) con sus escritores, sus filósofos, sus poetas, su melódica canción, su depurado idioma. Y siempre he lamentado la diferencia con nuestra dura España. No soy snob, solo me sincero un poco porque tal vez resulte repetitiva con mis post en FB. Sigo amando a mis franceses con una fidelidad para mi inevitable y fuente durante todos estos años de placer y alegría. Os dejo el gran poema de Jacques Prévert que canta/recita muy bien Marlene Dietrich:
DÉJEUNER DU MATIN

Il a mis le café
Dans la tasse
Il a mis le lait
Dans la tasse de café
Il a mis le sucre
Dans le café au lait
Avec la petite cuiller
Il a tourné
Il a bu le café au lait
Et il a reposé la tasse
Sans me parler

Il a allumé
Une cigarette
Il a fait des ronds
Avec la fumée
Il a mis les cendres
Dans le cendrier
Sans me parler
Sans me regarder

Il s'est levé
Il a mis
Son chapeau sur sa tête
Il a mis son manteau de pluie
Parce qu'il pleuvait
Et il est parti
Sous la pluie
Sans une parole
Sans me regarder

Et moi j'ai pris
Ma tête dans ma main
Et j'ai pleuré 
Nota: Este Lazarillo comparte con la profesora y colega de la Universidad Complutense María Jesús Casals similar recuerdo y emoción ante el mismo poema de Prevert, que un muy querido amigo de la adolescencia le descubrió también en los últimos cursos del bachillerato. A veces lo recitábamos a dúo, pronunciando cada palabra con enfática delectación. Ese amigo, Jorge Álvarez Balbín -con quien este Lazarillo compartió asimismo una precoz vocación por el periodismo-,  también buscó y localizó a Jacques Prevert en París, impulsado por su devoción literaria. Ocurrió durante aquella inolvidable primavera de 1968. Gracias, María Jesús, por facilitarnos además en FB este poema de Prevert más recitado que cantado por Marlene Dietrich.
DdA, X/2381

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