viernes, 10 de mayo de 2013

CUANDO LA FALTA DE SALUD TE PUEDE DEJAR EN LA CALLE


Verónica Rocasé


Cuando estamos sanos, no nos preocupamos de lo costoso que puede resultar mantener la salud estable o recuperarla tras una enfermedad. Quienes trabajamos sabemos que el estado nos descuenta por planilla un porcentaje para sanidad y, los más previsores, pagan un seguro extra de hospitalización que incluye otras coberturas.
Un simple resfriado primaveral se ha llevado más de 40 euros de mi presupuesto en remedios y consulta al doctor. Por fortuna puedo pagarlo, pero… ¿qué sucede con la gente que está cesante, con los que sobreviven con el sueldo mínimo o con los que no tienen ninguna previsión social? Pues, a aguantarte como puedas y más te vale no descuidarte mucho.
Los últimos días, las noticias referentes a la salud han llamado mi atención y me han indignado. Sin dinero y sin papeles, es seguro que te mueres. Incluso, el Premio Nobel de medicina, Richard J. Roberts, denunció que las farmacéuticas no están interesadas en  desarrollar medicamentos que curen, por no ser rentables. Roberts afirmó que para la industria farmacológica es más lucrativo "cronificar la enfermedad" y mantener al paciente consumiendo medicamentos, gracias a que la cronicidad mantiene los síntomas de la enfermedad. Es decir, en vez de sanarnos, nos quieren mantener enfermos para seguir sacándonos el dinero. Esto, me resulta maquiavélico y repugnante, digno de señores feudales disponiendo de la vida de sus vasallos.

Marcha por los enfermos en Chile
El sábado 4 de mayo de 2013, cerca de cinco mil personas se manifestaron en Santiago de Chile, para solicitar la creación de un fondo nacional de medicamentos, que ayude a las personas que sufren enfermedades graves, crónicas y raras. Los manifestantes lograron con sus pancartas, gritos y cantos reposicionar un tema que incumbe a toda la sociedad, pues nadie está asegurado de no contraer una enfermedad que ponga en riesgo su estabilidad financiera y su vida.
Porque un cáncer, una "enfermedad huérfana" o una fibrosis quística, por ejemplo, no hacen diferencia entre un bolsillo de pobre y uno de rico. Son enfermedades que llegan y se instalan en su huésped, sin pedir permiso. Son los invitados de piedra.
Estas patologías conducen muchas veces a la ruina de los enfermos y de su familia, por el alto coste de estas medicinas. Otros, que no tienen a qué echar mano, recurren a la solidaridad de los amigos y vecinos y organizan rifas, bailes o conciertos benéficos. Sólo para 16% de la población chilena, una dolencia de este tipo no significaría una catástrofe financiera.

España, mal país para enfermarse
Hace algunos días, a un joven valenciano, le fue retirada una prótesis externa de rodilla porque no tenía dinero para pagarla de inmediato. Ni al médico que lo operó, ni al servicio de salud, ni a la empresa que vende las prótesis, le importó la situación de este muchacho. La ley dice que las prótesis externas son reembolsadas, en parte, una vez que el paciente presenta la factura a Sanidad. Pero, cuando no hay ni para el puchero, ¿cómo hace uno para pagarse una prótesis, una muleta o una silla de ruedas?
La noticia se difundió con rapidez y una avalancha de solidaridad se dejó sentir con Adrián y su familia. Gente anónima y "famosos" estaban dispuestos a pagar los 152 euros que cuesta la prótesis. Finalmente un vecino de su localidad le facilitó una usada, pero que a Adrián le sirve igual. Esta historia terminó bien. Sin embargo, dejó al descubierto las falencias de un sistema que, en tiempos de crisis, se muerde la cola.
Por desgracia, para el senegalés Alpha Pam, sin residencia legal en Mallorca, no hubo ni solidaridad ni publicidad. Él murió solo en su casa, a  causa de la tuberculosis, el pasado 24 de abril. Por carecer de la tarjeta sanitaria no tenía derecho a ser atendido en un hospital, ni a recibir los medicamentos apropiados que habrían salvado su vida.
En España, desde el 1 de septiembre de 2012, se inició la reforma sanitaria, para recortar dineros que tapen el hoyo financiero del país. La salud es sólo para los españoles y los extranjeros que residen legalmente en el territorio español.  Los inmigrantes irregulares no tienen derecho a la tarjeta sanitaria, salvo si adquieren un seguro de salud por 710 euros al año, lo que representa una enorme suma de dinero para gente que sobrevive con trabajos precarios o algunas ayudas de ONGs.
No obstante, la reforma de salud, dejó una puerta abierta, para no aparecer, a mi juicio, como inhumanos o discriminadores. Así pues, las embarazadas, los menores de 18 años y las urgencias por accidentes o enfermedad podrán seguir siendo atendidas.
Nadie debería morir por no poder pagarse los medicamentos que le devuelvan la salud o le alarguen la vida.
Ninguna persona tendría que optar entre costear una medicina u otra porque no puede pagar ambas.
No tendría que existir el ciudadano de primera clase y el de segunda, por ser indocumentado.
Todos tenemos derecho a buscar un mejor modo de vida, aunque esto signifique vivir fuera de las fronteras que nos vieron nacer.
No tiene por qué ser un crimen.

PUNTOS DE PÁGINA

Foto
Libertad, libertad,
sin ira libertad... 

DdA, X/2381

No hay comentarios:

Publicar un comentario