D. Lomon, J. Almudever, E. Ellmann y V. Almudever. 22 octubre 2011. Foto Guillermo Sanz. Público
Félix Población
El pasado 30 de marzo falleció a los 94 años de edad Erik Ellmann, otro anciano combatiente de las Brigadas Internacionales (BI). Había nacido en Estonia el 8 de diciembre de 1918, un mes antes de que finalizara la Primera Guerra Mundial. Su familia era pobre pero “revolucionaria”, como dijo en 2011 cuando estuvo en Madrid para inaugurar el monumento a las Brigadas Internacionales de la Ciudad Universitaria. Por eso, cuando se enteró de la agresión fascista contra la República española quiso acudir en su ayuda: "Mis ideales y los de mis padres eran los mismos que los de la República".
En diciembre pasado la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) -que nos ha participado la noticia de su muerte y algunos datos de su biografía- envió
un mensaje a Erik para desearle un feliz año nuevo. El 16 de enero la respuesta de su hijo Artu daba cuenta de que acababa de celebrar su nonágesimo cuarto cumpleaños y se
encontraba muy activo y en buen estado de salud, teniendo en cuenta su avanzada edad. Justo antes de la Navidad había pasado, como
veterano de la II Guerra Mundial, unos días en un centro de salud
para "rejuvenecerse" en compañía de otros veteranos de la guerra. Erik seguía con interés las noticias que le llegaban de la
AABI y de España. En su casa estaba la bandera republicana que el Foro por la
Memoria de Madrid le entregó en octubre de 2011 y que volvió a remitir
en octubre pasado con su nombre inscrito.
Con solo19 años Erik decidió venir a España. Fue al final de la guerra y tuvo
que combatir en la batalla del Ebro en las filas del pundonoroso batallón Mickiewicz
de la XIII Brigada. Ese batallón fue la
vanguardia del avance republicano desde la cabeza de puente de Ascó
hasta Corbera, tomada en la tarde del 25 de julio, y las puertas de Gandesa. En los primeros días de la ofensiva las unidades
republicanas carecían de artillería, aviación y otros
medios de combate, por lo que no pudieron avanzar una vez las fuerzas
franquistas acumularon tropas y medios superiores. En los intentos
realizados en los cuatro días siguientes perecieron 420 miembros del contingente republicano. En las semanas siguientes, el Ejército del Ebro y las BI pasaron a la
defensiva. Poco antes de ser retiradas estas últimas como consecuencia
de los compromisos del Jefe de Gobierno, Juan Negrín, su batallón tuvo
que afrontar los furiosos ataques del enemigo junto al molino de
Farriols, en la carretera de Corbera a Mora. La misión era defender la
cota 287, posición clave junto a la carretera. El día 20 y los
siguientes Erik Ellman y sus compañeros soportaron “el
huracán de pólvora y acero que eran capaces de soltar unas 250 piezas de
artillería y morteros”, al que se unieron las bombas de la aviación.
Los valientes del batallón Mickiewicz no cedieron terreno hasta que el día 22,
reducidos a 45 hombres, que retrasaron su línea a otra en la que les
esperaba el refuerzo del batallón Lincoln. De esos días guardó Erik un
amargo recuerdo: "Íbamos de avanzadilla y teníamos
que avisar si veíamos avanzar a los franquistas. Nos fuimos a descansar
y avanzaron. No sabemos qué pasó con los que venían detrás de
nosotros". Tras abandonar España, Erik pasó cuatro meses en un campo de
concentración en Francia y de allí viajó a la URSS para proseguir el
combate contra el fascismo que había inciado en nuestro país.
En junio
de 1941 se produjo la invasión de la Unión
Soviética que trajo consigo en pocas semanas la pérdida de cientos de miles
de vidas y el apresamiento de alrededor de tres millones de soldados
soviéticos, de los que al final de la guerra solo un diez por ciento
regresaría con vida a sus casas. "Erik Ellman volvió a
empuñar las armas en este gran combate entre carneros ideológicos: el
fascismo y el nazismo contra el comunismo estalinista, en una épica
conflagración en la que perecerían veinte millones de ciudadanos
soviéticos en defensa de la independencia de su patria, tan severamente
amenazada por las panzerdivisionen de Hitler". Ellman, junto a sus camaradas y medio millar de españoles combatientes del Ejército Rojo, tuvieron la satisfacción de disfrutar los
laureles de la victoria que les fueron negados en la Guerra de España, la que significó el comienzo de todo aquello, la que alentaron
Hitler y Mussolini con la aquiescencia cómplice de Gran Bretaña y Francia.
Erik Ellmann visitó Madrid por última vez en octubre de 2011. En un reportaje publicado en el diario Público, Juanma Romero escribió: “Se le ve enjuto, consumido, pero engaña. A Erik Ellmann le acompaña una vitalidad envidiable. Refunfuña cuando le preguntan; siente que ha contado su vida muchas veces. ‘Lo importante es que la gente entienda que luchamos contra el fascismo, y que vea que no se puede volver a repetir’. Un mensaje no sólo para las ‘siguientes generaciones’, sino incluso para los que viven hoy y ‘no entienden ni quieren saber qué pasó’.”
DdA, IX/2357
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