Antonio Aramayona
Hoy quedan 166 y 37 están en huelga de hambre, la mayoría de ellos desde hace seis semanas. En otros casos similares, cuando sus vidas peligran, los soldados los alimentaron forzadamente por vía nasogástrica, los mismos soldados que confiscan los fotos y las correspondencia de los prisioneros y se mofan del Corán. Se trata del campo de concentración de Guantánamo, de imposible justificación ante la Constitución norteamericana y los Derechos Humanos de la ONU. Obama prometió su cierre en la campaña de su primer mandato. Ahora guarda silencio. Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros…
Hoy quedan 166 y 37 están en huelga de hambre, la mayoría de ellos desde hace seis semanas. En otros casos similares, cuando sus vidas peligran, los soldados los alimentaron forzadamente por vía nasogástrica, los mismos soldados que confiscan los fotos y las correspondencia de los prisioneros y se mofan del Corán. Se trata del campo de concentración de Guantánamo, de imposible justificación ante la Constitución norteamericana y los Derechos Humanos de la ONU. Obama prometió su cierre en la campaña de su primer mandato. Ahora guarda silencio. Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros…
Los presos viven en condiciones extremas,
son víctimas de un hipócrita limbo legal donde no tienen cargos, no son juzgados ni extraditados. Se les priva de
cualquier esperanza de salida o de solución. Por eso prefieren morir, desean
morir: Guantánamo es mucho peor que la muerte. La Cruz Roja Internacional
tiene prevista una visita al campo de concentración a primeros de abril, pero
no dará a conocer públicamente las conclusiones de su misión de observación,
pues están sujetas a confidencialidad. Los amos aplican las normas. Los amos
dictan las normas. Los amos predican la democracia. Los amos extienden su
democracia mediante asesinas guerras preventivas o campos de concentración y
cárceles secretas.
En 2005, 200 prisioneros (un tercio del
total por aquel entonces) iniciaron una huelga de hambre. La Administración Bush
se lavó las manos y aplicó cataplasmas inútiles a la gangrena de Guantánamo.
Hoy ocurre lo mismo: los estadounidenses son tan buenos que no quieren devolver
a su país de origen a los presos yemeníes (una buena parte de los presos que
aún restan en el campo, pues “el Pentágono no quiere enviarlos a su país debido
a la inestabilidad de esa nación”). Más aún el general en jefe del campo de
Guantánamo no se cree que ningún preso esté realmente en huelga de hambre, ya
que “toman tentempiés en sus celdas”.
El Congreso estadounidense se niega asimismo a que los presos de Guantánamo sean
recluidos en cárceles norteamericanas o expatriados, pues no está demostrado
que “no serán un peligro posterior”. ¡Viva la
hipocresía! ¡Viva el Tea Party!
Entre las palmeras que rodean la base
naval de Guantánamo, donde se halla el campo de concentración, hay una palabra
omnímoda en el aire: terrorismo. Una palabra con tantos significados opuestos y
contradictorios que carece ya de cualquier significado real. Los
norteamericanos recluyeron a “terroristas” atrapados en Irak, Afganistán,
Pakistán. Jordania, Libia, Mauritania, Sudán… Entre ellos, según Amnistía
Internacional, 17 menores de edad, uno de ellos suicidado (preferible la muerte
a Guantánamo, más en el caso de un menor). Amnistía Internacional informó
también de que, entre 500 detenidos objeto de un estudio, “solo el 5% de los
prisioneros habían sido capturados originalmente por fuerzas estadounidenses.
El 86% habían sido arrestados por fuerzas pakistaníes o de combatientes en
Afganistán, y frecuentemente entregados a Estados Unidos a cambio de
recompensas”.
Los amos dictan que los “terroristas” no
tienen derecho a la presunción de inocencia o a un juicio con jurado. Solo
tienen acceso a ser torturados y a ser objeto de tratos vejatorios, según
informes de Naciones Unidas y Amnistía Internacional y que el propio
Departamento estadounidense de Defensa reconoció ya en 2005. Por si fuera poco, según Amnistía
Internacional, 14 detenidos fueron trasladados a Guantánamo en septiembre de
2006 tras permanecer recluidos en régimen de incomunicación bajo custodia
secreta de la CIA
durante periodos de hasta 4 años y medio.
¿Si Guantánamo se cierra quedaría
solventado el problema de los presos detenidos por Estados Unidos acusados de
terrorismo? No, en absoluto.
Guantánamo es sólo una parte del sistema de campos
de detención que mantiene Estados Unidos en el exterior, y que incluye otros
campos en Irak y Afganistán y centros de detención secretos de la CIA. O sea, en este ámbito,
lisa y llanamente la Ley
de Murphy para los prisioneros “terroristas” de Guantánamo.
¿Yes,
We Can, señor Obama?
DdA, IX/2348
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