Lazarillo
Hay artículos que se encienden y desarrollan en la mente como respuesta de obligada sobrevivencia higiénica a dislates tan enlodados y de tanta osadía e inverecundia como los protagonizados por dos politicastros del Partido Popular esta semana, con facultades además los dos para dirigir y administrar tareas de gobierno. Lo difícil es dar con la argumentación y tono precisos para que esos artículos cobren toda la acerada y rotunda crítica que esos dos personajillos merecen, pues ambos son don potenciales deshauciadores de la democracia por sus querencias autoritarias. Tanto la una como el otro se merecen la oportuna y concisa réplica que el escritor y periodista Manuel Rivas les propina hoy en su habitual columna semanal del diario El País bajo el titular El gran escrache. Disfrútenla porque este Lazarillo echaba de menos algo así, dirigido a la Cifuentes y el González, desde que ambos hicieron notar sus nostalgias ideológicas:
Dentro y fuera de nuestras casas, en plasma omnipresente, todos los
días, a todas horas, sufrimos el escrache de grupos que tienen
acongojado al país y a los que la gente identifica con nombres
pandilleros muy cualificados, a la manera de Los que Tienen la Sartén
por el Mango, Los que Cortan el Bacalao o Los que Cuando no Corren
Vuelan. La intención de estos colectivos elitistas de acción directa no
es evitar los desahucios, la estafa de las preferentes y otras
canalladas. Al contrario, los participantes en este escrache contra el
pueblo parecen pretender un desahucio general, hasta culminar en un
régimen de democracia desahuciada. Junto al desahucio de la vivienda,
del trabajo, de la salud, de la educación, el escrache de Los que Mandan
quiere imponer un desahucio de las libertades de expresión y
manifestación, el único medio de defensa de una sociedad intimidada por
unas élites que siguen comportándose como estamentos feudales. Así, la
delegada del Gobierno en Madrid insinúa simpatías terroristas en los que
protestan contra los desahucios de gente desvalida. La de ella si que
es una forma terrorífica de escrache. En esta competencia por desahuciar
la democracia, el presidente de la Comunidad madrileña ha lanzado la
propuesta de que se impida la publicación de fotografías (se supone
también que de las noticias escritas) como las que muestran al ahora
presidente de Galicia, Núñez Feijóo, en amistosa compañía con un
conocido emprendedor en estupefacientes. El no dimitir de inmediato es
ya una forma de escrache moral que la gente no se merece. Pero esa
intención de prohibir la memoria periodística recuerda medidas de gran
éxito como la del inquisidor que excomulgó a las tormentas. Luego hay
personajes que son un escrache por si solos. Hay uno que tiene rodeada a
España entera. No digo el nombre. Yo, como Rajoy, soy supersticioso. No
vaya a ser que me desahucie.
DdA, IX/2351
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