
Félix Población
El presidente electo de Venezuela, Nicolás Maduro, ha hecho llamar a consulta al embajador de su país en España ante las inadmisibles declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de nuestro país poniendo en entredicho el resultado electoral del pasado domingo. La réplica de Maduro ha sido contundente, como no podía ser menos ante una actitud que el ministro Margallo nunca hubiera mostrado de ser otros los comicios celebrados en cualquier otra nación y con un resultado igual de ajustado. ¿Recuerdan, por poner un ejemplo, la primera elección de Bush junior ganando por la mínima?
La estrategia del representante del Gobierno, así
como la de su partido, forma parte del respaldo a las declaraciones sin base
demostrable que el candidato Capriles ha desplegado para no aceptar su derrota.
Pide el líder de la derecha venezolana unificada que se recuenten los votos ante la sospecha de
fraude electoral, pero no aporta ni un solo argumento que avale esa teoría. En
esta línea, el Partido Popular ha contado esta vez con un militante reclutado
por Capriles como observador y sobre cuyo currículo pesa la esperpéntica teoría
conspiranoica del 11-M. Me refiero al ahora eurodiputado Agustín Díaz de Mera,
al que el partido de la derecha venezolana invitó en calidad de vigilante de la
jornada electoral. Este señor acertó a discernir, en el diario El Mundo, con unos poderes de indagación
ciertamente paranormales, que había visto votar a más gente de Capriles que del
oficialismo, sin que pudiera argumentar -en otras declaraciones hechas a la COPE- en qué basaba su
afirmación de que el proceso electoral de Venezuela no soporta comparación con estándares
internacionales.
Como recuerda hoy el diario El Plural, Díaz Mera era el director general de la Policía cuando tuvieron
lugar en Madrid los atentados del 11-M de 2004. Tras la derrota electoral
sufrida por su partido tres días después, como consecuencia sobre todo de las
mentiras propaladas por el gobierno de José María Aznar acerca de la masacre,
Díaz de Mera pretendió documentar esas falacias con la existencia de un informe
policial que hablaba de conexiones entre ETA y los islamistas. Dicho informe
habría desaparecido con la llegada de Pérez Rubalcaba al ministerio de
Interior. Sin embargo, cuando tuvo que declarar en el juicio, Díaz de Mera se
negó a dar detalles sobre el informe ‘fantasma’ arguyendo que no quería comprometer a la
fuente que le habló del mismo, por lo que el tribunal le multó con 1.000 euros
y abrió un proceso penal por desobediencia grave. El exdirector general acabó
señalando a un comisario para eludir el proceso judicial, y éste alertó de que
Díaz de Mera le había presionado para que diera su nombre “con el objetivo de
salvaguardar su posición política dentro del partido”. El comisario aclaró que
en sus reuniones con Díaz de Mera jamás le comentó que ETA tuviera algo que ver
con el 11-M, ni le habló de la existencia de ese supuesto informe.
No parece, por lo tanto, dejando a un lado las
sospechas fantasma de Díaz de Mera sobre la legalidad de los comicios
venezolanos, que el observador elegido por Henrique Capriles sea una autoridad
digna de confianza para asesorar a Margallo en parecidas apreciaciones. En
contraste con el criterio del conspiranoico eurodiputado, el diputado del Partido
Socialista Antonio Trevín, que también
estuvo en Venezuela en calidad de observador internacional a instancias del
Consejo Nacional Electoral, sostiene que el resultado electoral fue fiable y el
voto tuvo todas las garantías. Mucho más dijo en su día, sobre anteriores comicios, el expresidente
norteamericano Jimmy Carter, calificando el proceso electoral venezolano como el mejor del mundo, algo que ahora -porque Maduro no ha ganado por goleada como
tenía por costumbre Chávez- parecen haber olvidado muchos medios sectarios y el
gobierno sectario que nos recorta, del mismo signo que aquel que colaboró en el
golpe de Estado contra Venezuela en 2002.
La derecha cree que el poder le pertenece. Cuando salen electoralmente
de los palacios de gobierno, suelen desconocer las elecciones. Primo de
Rivera, Franco, Pinochet, Salazar, Videla, Carmona… Desde que
desapareció la URSS, la derecha del fin de la historia creyó que ya no
tenía adversarios. Chávez les descuadró las cuentas. Por eso aplicaron
en Venezuela todas las tretas. Pero el proceso bolivariano las derrotó
todas, incluido el golpe tradicional. Tuvieron que ponerse la máscara de
demócratas. Cuando les sacas diez puntos, parece que no les queda otra
que aguantarse. Eso sí, no sin intentar enturbiar los procesos
electorales. Cuando las cifras son más apretadas, dan una patada a la
mesa. Algo que nunca ocurre cuando el mismo caso ocurre en la dirección
contraria.+@Capriles, el PP y el fascismo de siempre, Juan Carlos Monedero
PUNTOS DE PÁGINA
+@Nicolás Maduro, de"hijo de Chávez" a presidente, Olga Rodríguez
Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el referendo constitucional del 2007, admitió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50,6 por ciento de los votos contra el 49,3 por ciento del Sí a la reforma que él favorecía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del uno por ciento, Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor. +@Maduro, una victoria necesaria, Atilio A. Baron
DdA, IX/2360
Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el referendo constitucional del 2007, admitió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50,6 por ciento de los votos contra el 49,3 por ciento del Sí a la reforma que él favorecía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del uno por ciento, Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor. +@Maduro, una victoria necesaria, Atilio A. Baron
DdA, IX/2360
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