En el
Diccionario Escolar de la
Real Academia Española, “intolerancia” aparece definido como
“Falta de tolerancia, especialmente religiosa”, y eso nos remite
inevitablemente a la consulta de su antónimo:“Acción y efecto de tolerar”. Vaya
por Dios. Aunque acabo de aprender, de paso, que existen las llamadas “casas de
tolerancia”, que es lo mismo que una “casa de lenocinio”, es decir, “de mujeres
públicas”. Curiosa senda semántica.
Vayamos al
verbo:
4. tr. Respetar las
ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a
las propias.
Cada una de las acepciones
invita a la reflexión de un modo distinto.
1.
Todos “sufrimos”, o “llevamos con paciencia” algo, sobre todo, como dirían los
franceses, “chez les autres”. Cuando de verdad queremos a alguien, o cuando no
nos queda más remedio, aprendemos a soportar los defectos de los demás y a
vivir con ellos, por muy irritantes que puedan llegar a parecernos, incluso si
somos conscientes de que se trata de algo realmente malo.
3.
Esta definición me parece bastante poco acertada. No creo que se emplee jamás
el verbo “tolerar” con ese sentido. Nadie diría nunca “Tolero la lactosa”; sólo
se utilizaría para decir lo contrario: “No tolero la lactosa”, lo que parece
que carga la frase de connotaciones morales. En realidad debería ser “Intolero
la lactosa”, o, mucho mejor, “Tengo intolerancia a la lactosa”. Además, uno
puede tolerar o no un compuesto químico, pero nunca un alimento o una medicina
íntegros.
4.
Es bastante curioso y significativo: en las demás acepciones, se nos da a
entender que “tolerar” (que, como indica la RAE, es un verbo transitivo) se refiere siempre a
algo negativo: algo desagradable que uno sufre; algo no aprobable; algo que el sistema
inmunitario reconoce como dañino y lo rechaza. Y, sin embargo, también se
emplea este verbo con “ideas, creencias o prácticas”.
2.
Dejo para el final la segunda acepción, precisamente porque es la que me parece
más interesante y peligrosa a gran escala. A lo largo de la Historia, esta tolerancia
ha mantenido en silencio a grandes masas humanas cuya voz podría haber evitado
terribles tiranías o genocidios. En familias conocedoras de casos de violencia
doméstica en su ámbito más cercano, la tolerancia ha llevado a un desenlace
trágico. En un instituto, quizá exista un cabeza de turco entre los alumnos y
todos pueden saberlo, pero, como figura en algún decreto no escrito que se
trata de un cargo vitalicio, es más sencillo hacer la vista gorda que
arriesgarse a un peligroso cambio de papeles.
Ahora,
pongamos un “No” al principio de cada una de las acepciones para que la
redacción retome el sentido preciso. Encuentro que, de repente, los tres
significados se aproximan bastante: las in-tolerancias implican siempre una
ruptura.
En
cuanto a la primera acepción, si dejamos de tolerar las lacras en los que nos
rodean, se cortan relaciones y se rompen amistades, y uno acaba convertido en
un misántropo. O, en el mejor de los casos, significará el final de un calvario
y el comienzo de una vida nueva. Pero está claro que nunca es una buena idea
cerrar la mente, y si nos desplazamos a la acepción 4 comprenderemos que las
consecuencias de esto pueden ser catastróficas: La intolerancia en cualquier
ámbito es un cáncer social, y asusta darse cuenta de que en realidad solo se
presta atención a una serie de tipos de marginación que ya han sido
etiquetados. Otras situaciones igualmente censurables escapan del ámbito de lo
políticamente correcto y el asunto se invierte: en la buena conciencia de
algunos que prefieren no pensar por sí mismos, es tolerable intolerar.
Inexplicablemente, la moral se ha dividido, y el contrapunto de esto se
encontraría en la acepción 2.
Pero resulta mucho más
sencillo centrarse en la intolerancia a la lactosa. Seguramente esta acepción de
la palabra sea la menos dañina para el hombre. La única diagnosticable, la única
cuyos efectos son apreciables por los sentidos, la única que desencadena en
nosotros una sucesión de reacciones químicas desagradables, pero es también la
menos peligrosa para la razón humana.
*Alumna de Bachillerato de un instituto público
DdA, IX/2327
1 comentario:
Muy acertada y necesaria una reflexión así de pormenorizada de la tan manida tolerancia, a menudo usada por simples sinvergüenzas y aprovechados para sus propios fines.
Es una pena y no me parece justo que entre lo del Papa y la muerte de Chávez este buenísimo artículo pase algo desapercibido.
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