Félix Población
Si se tiene en cuenta que en el amor vale todo, también en las historias de amor hay una gama argumental muy variada y sugerente para la imaginación. Eso, ante un título como el del libro que nos ocupa, es una garantía para que el aficionado a la literatura se detenga y tenga curiosidad a priori por la obra, mucho más si en la misma se da cabida al relato de distintos autores, que permite contrastar estilos e historias. Veinte autores, veinte relatos, en este caso, repartidos entre escritores españoles e iberoamericanos, y por grupos que se reparten según temática y a modo de epígrafe bajo cuatro versos del conocido y hermoso poema de Oliverio Girondo: Se miran, se presienten, se desean,/ Se codician, se palpan, se fascinan,/ Se acometen, se enlazan, se entrechocan,/ Se desmayan, reviven, resplandecen.
El resultado de la selección no llega a satisfacer del todo, como suele ocurrir con excesiva frecuencia con este tipo de antologías, hasta el punto de parecer textos de relleno aquellos que desmerecen al lado de otros. Siendo generosos, se podría asegurar que los cuentos de la mitad de los autores no cumplen el requisito de entretener siquiera al lector. Esto se compensa, en cierto modo -porque el lector ha ser siempre exigente con los libros que compra- con algún relato tan magnífico como el de Manuel Vázquez Montalbán: Pigmalión. A su lado, pero a un nivel inferior, me han parecido atractivas e interesantes las historias de Carlos Castán (Silencio tan de Silvia), Eloy Tizón (Cubriré de flores tu palidez), Linda Berrón (¿Te gusta Brahms?), Rosa Chacel (Eros bifronte), Mercé Rodoreda (Felicidad), Juan Carlos Onetti (Jabón) y Héctor Bianciotti (Albina). Menos de las que en principio esperaba de un libro tan bien editado.
DdA, IX/2339
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