Lazarillo
Este Lazarillo se puso en contacto con el reconocido historiador argentino Eduardo R. Saguier en cuanto recibió un largo comentario a su artículo Un cura argentino denunció a Bergoglio, publicado en La Marea y en este mismo DdA, a propósito de la complicidad de la iglesia católica argentina con la dictadura de Onganía (1966-1967). Una vez tenidas en cuenta las informaciones aportadas por el periodista Horacio Verbitsky en el diario Página/12 acerca de la colaboración de Jorge Bergoglio con la dictadura del general Jorge Videla, damos la versión aportada por Saguier, en la seguridad de que contribuirá a un conocimiento más amplio de aquel turbio y sangriento periodo histórico. El historiador e investigador argentino ha preferido resumir en una sola y extensa respuesta el cuestionario que este Lazarillo le planteó, si bien no se ha resistido a contestar así a la pregunta que le planteaba acerca del porvenir del papado de Francisco, sin argumentar las razones de su temor: Lo que pueda ocurrir de ahora en más lo ignoro, pero mucho me temo que intenten acabar con la vida de Bergoglio. He aquí la versión de Eduardo R. Saguier:
"En principio, contra todas las explicaciones que han brotado sobre
el denominado “Proceso” (1976-1983), entiendo que no se puede
comprender dicho período dictatorial, de terrorismo de estado, sin concatenarlo
con la dictadura militar previa, que fue
la de Ongania , y sus
sustitutos Levingston y Lanusse, que se extendió desde junio de 1966 hasta
marzo de 1973. El período intermedio, entre 1973 y 1975, fue un interregno
populista, donde existió un doble poder y una lucha feroz entre facciones del
oficialismo peronista que se dirimió con el triunfo del ala más derechista
representada por López Rega y su brazo terrorista:
la Triple A , en cuyo
transcurso ejecutó a más de un millar de militantes populares, en vida de Perón
y luego durante la presidencia de su viuda, crímenes que aún se mantienen
impunes.
Es en este contexto cuando Bergoglio –luego de haber estudiado
para técnico-químico (1955-1957)- siente el llamado de la vocación
religiosa ingresando como novicio (1957), y finalmente ordenándose de sacerdote
doce años después, en 1969, el mismo año del Cordobazo (una insurrección
popular que vino a enterrar la experiencia burocrático-militar de la dictadura
de Ongania). Es en esa época en la que aparentemente Bergoglio se vincula con
Guardia de Hierro, facción política natural para quienes tenían afinidades
religiosas católicas (Julio Bárbaro, De la Sota, Chacho Álvarez, etc.), pues no
era así el caso de los demás partidos políticos, que fueron y son agnósticos
por naturaleza.
Es precisamente después del Cordobazo (29-V-1969) cuando comienzan a
prevalecer las tesis militaristas de la lucha armada y el pasaje a la
clandestinidad de muchos cuadros políticos, que hasta entonces habían militado
en la superficie y en las organizaciones de base. Con el pasaje a la clandestinidad
y la militarización de esos numerosos cuadros político-estudiantiles se acabó
el debate político y la libre discusión en las asambleas de base.
Es también la misma época en que apareció por vez primera la novedosa
presencia de los cristianos de izquierda estrechamente vinculados a los curas
villeros o del Tercer
Mundo (García Elorrio). Esa militancia política de los
cristianos de izquierda se despreocupó de las reivindicaciones
político-liberales, tales como las libertades de expresión y de cátedra, y pasó
raudamente de la
Acción Católica a la lucha armada, sin la más mínima
experiencia política, y sin conocer siquiera lo que era un comité o unidad
básica ni una comisaría por dentro.
La militancia Tercermundista
desconocía las luchas del liberalismo político contra el atraso y el despotismo
clerical y por la Ilustración moderna. Es decir, se trataba de una militancia
inficionada de un aventurerismo infantilista, contagiada por la experiencia
castrista, en franca competencia ideológica con el guevarismo marxista, y en un
afán reivindicador e idealizador de la previa experiencia Peronista
(1945-1955). Ninguno de ellos había vivido su vida adulta en el primer
Peronismo. La caracterización de
la denominada Revolución
Libertadora (1955) como un golpe de estado más, equiparándola
a los golpes de estado del 30, 43, 62 y 66, es equívoca y falsa, pues en
realidad el del 55 se trató de una insurrección cívico-militar de comandos
civiles (en especial cordobeses) que fueron desplazados de la hegemonía insurreccional
por los cuadros más jóvenes de la oficialidad militar (pues todo el generalato
era peronista). Y tampoco ninguno de estos Tercermundistas, ni el PC ni las
agrupaciones universitarias reformistas, habían acudido en defensa de los
regímenes democrático-constitucionales, cuando cayeron por golpes militares los
gobiernos de Arturo Frondizi en 1962 y de Arturo Illia en 1966.
Fue en esas contradictorias circunstancias, en 1970, a un año del
Cordobazo, cuando aparece de improviso, como el hongo después de la lluvia, la
existencia de una desconocida agrupación guerrillera auto-titulada Montoneros,
con el secuestro y asesinato
del General Pedro Eugenio Aramburu (29-V-1970), y
luego se produce la posterior caída de Ongania (8-VI-1970) y su sustitución
primero por el Gral Levingston (1970-1971), y luego por
el Gral Lanusse (1971-1973). Producido ese crimen, que
fue fogoneado por los organismos de inteligencia ligados a la dictadura de
Ongania (léase el ministro Gral. Imaz y los nacionalistas católicos que previamente
habían acompañado al Gral. Lonardi en
la Revolución Libertadora ,
tales como Rodolfo Walsh
y Diego Muñiz Barreto, luego asesinados), comienza en el seno de la izquierda,
y en especial en el seno de los organismos armados de la izquierda (FAR, FAL y
ERP) un intenso debate que culmina con la capituladora asociación de las dos
primeras (FAR y FAL, entre las cuales figuraban los periodistas-intelectuales
Verbitsky y Gelman) a la hegemonía ideológica de los Montoneros. Esta última
agrupación estaba casi extinguida debido a la represión sufrida luego del
secuestro y muerte de Aramburu, por lo que la asociación con FAR-FAL vino a
darle un auxilio numérico y estructural inestimable.
Los artífices de
esa coalición armada fueron a mi parecer el Negro Quieto, en
representación de FAR-FAL, y Pancho Aricó, en representación de Montoneros.
Este último era un cordobés gramsciano, director de Pasado y Presente,
que era conocido por los mismos Montoneros cordobeses que luego del secuestro
de Aramburu habían tomado la localidad de La Calera (1-VII-1970), y que como
expulso del PC, al igual que el historiador asesinado
Rodolfo Ortega Peña,
estaban desde hace años a la pesca de un “cable a tierra” (en
especial desde la derrota del Che en Bolivia) que los ligaran a los movimientos
políticos de masas (ver el debate provocado por la autocrítica
del filósofo Oscar
del Barco en diciembre de 2004). En este caso, la asociación
de FAR-FAL a Montoneros
(12-X-1973) supuso una abdicación del Marxismo-Leninismo y una adopción
acrítica del populismo peronista.
Es justamente en esos cruciales momentos, en 1973, que Bergoglio es
elegido Provincial de los Jesuitas. Elegido pese a su juventud (36 años) por
tener una personalidad bien secular y mundana y una experiencia de vida que no
poseían los demás padres jesuitas, muchos de los cuales estaban contagiados con
el sarampión infantilista del Tercermundismo. Es en esos años, que la nueva
asociación FAR-FAL-Montoneros se vuelca a la campaña “Perón Vuelve”
que culmina exitosamente con el retorno de Perón, y que se inaugura
trágicamente --en lucha contra la burocracia sindical-- con la Masacre de
Ezeyza (20-VI-1973). Posteriormente, dicha asociación FAR-FAL-Montoneros
boicotea conjuntamente con López Rega
la fórmula Perón-Balbín ,
la cual eventualmente y a título de hipótesis contra-fáctica habría podido
evitar --luego de la muerte de Perón (1-VII-1974)-- la catástrofe política que
siguió.
Todo lo que sobrevino es muy conocido y creo que estaría demás que
abundara en ello. Pero sí cabe especular como pudo haber lidiado Bergoglio con
esa amarga realidad. Como no he leído el libro de Sergio Rubín no sé lo que él
dice al respecto. Lo único que puedo expresar, porqué lo experimenté en carne
propia, es que la
nueva Dictadura de Videla, inaugurada el 24 de marzo de 1976,
fue de una naturaleza terrorista mucho más grave y sangrienta que
la de Ongania. El
terror se tocaba con las manos y nadie se atrevía a abrir
la boca. Fue en esa
terrible época, en la que alcancé a irme del país, que los escritores Borges,
Sábato y Castellani, concurrieron a
la Casa Rosada para pedir por la libertad del
ensayista Antonio di Benedetto (La Opinión, 20/5/76).
Que Bergoglio haya también concurrido a
la Casa Rosada para pedir
por la vida y la libertad de los curas Yorio y Jalic no lo hace socio de
la dictadura. Que nada
menos que Emilio Mignone
lo haya acusado de cómplice de la dictadura, revela la naturaleza conversa de
quienes habían colaborado desde altos puestos públicos con las dictaduras de
Ongania y Lanusse (Mignone fue un nacionalista católico Lonardista que había
sido subsecretario de Educación con Ongania). Por otro lado, Bergoglio no podía
como Provincial de la
Orden Jesuítica enfrentar a
la Curia Eclesiástica ,
dentro de una estructura jerárquica piramidal como
la Iglesia Católica.
Lo que es increíble y difícil de concebir es que Yorio y Jalic
insistieran en esa época, luego de la triste experiencia
del cura Carlos Mujica,
en vivir y concurrir a las Villas Miserias. Esa actitud, temeraria en esos años
de terrorismo de estado, equivalía a una provocación inútil, y a una sentencia
de muerte. Por eso, la actitud de Bergoglio, de acudir en defensa de ambos
curas, fue heroica y de una heroicidad mayúscula. Por el contrario, los que lo
critican como Verbitsky, estaban protegidos por la clandestinidad y el aparato
económico que lo sustentaba.
Mientras que durante la Dictadura de Ongania se pudo a duras penas, y
con riesgo cierto de perder la libertad, protestar públicamente en las calles;
durante la llamada
Dictadura de Lanusse (23-III-1971 a 24-V-1973)
reinó paradójicamente la más absoluta libertad de expresión y de prensa. Pero
con la Dictadura de Videla, dichas libertades fueron imposibles, pues se corría
el riesgo seguro de perder la vida, con la sola excepción
de las Madres de Plaza de
Mayo, que iniciaron su campaña recién a fines de 1977. Desde marzo
de 1976 a junio de 1977,
mes en el cual pude irme del país, no volaba una mosca, ni existían las Madres
de Plaza de Mayo.
Foto: Portada del diario Página/12 del día de la fecha -muy dintinta a la de días precedentes-, donde se desglosa una encuesta con la población argentina acerca de lo que los ciudadanos de ese país pedirían a su papa.
Foto: Portada del diario Página/12 del día de la fecha -muy dintinta a la de días precedentes-, donde se desglosa una encuesta con la población argentina acerca de lo que los ciudadanos de ese país pedirían a su papa.
DdA, IX/2336
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