DdA
Eran 3.000 y apenas sobreviven unos 70 y tienen más de 80 años. Son
los “niños de la guerra”, víctimas inocentes de la conflagración civil
española que viajaron a Rusia en 1937 y han desvivido toda su
vida en el exilio. En abril, si nadie lo remedia, serán desalojados del
Centro Español en Moscú, su sede cultural y punto de
encuentro desde hace 57 años en el 18/7 de la calle Kuznetski. Con sus exiguas
pensiones ya no pueden pagar el alquiler y los gastos del también
titulado Centro de Estudio de la Cultura Española, entidad que recibió
del Gobierno español la medalla de honor de la emigración en su
categoría de oro. La voz de alerta sobre el desahucio inminente
la dio Dolores Cabra desde la asociación Archivo Guerra y Exilio
(AGE). Ya que no parece posible que la plataforma contra los desahucios
pueda saltar las fronteras para evitarlo, “sólo nos queda apelar a la
prensa como último recurso”, dice esta veterana activista de la lucha
por la recuperación de la Memoria Histórica, un poco cansada de los
portazos institucionales y la escusa de la crisis.
Para hacerse
idea de la importancia que los “niños de la guerra” dan a los medios de
comunicación, vale recordar que hace dos años, cuando la Hacienda de
Moscú subió diez veces el precio del alquiler del piso que ocupa el
Centro Español, la información en el diario El País llevó a la hacienda
moscovita a reconsiderar la subida y disculparse diciendo que desconocía
que los titulares del centro fueran aquellos niños españoles acogidos
en la antigua Unión Soviética. El presidente del colectivo,
Francisco Mansilla, expuso hace un año la maltrecha situación económica
del Centro a la directora general del Imserso, Purificación Causapié, a
quien solicitó una magra subvención “porque la reducida cantidad de
españoles que vamos quedando no nos permite ya autofinanciar los
gastos”. En su carta le decía que quedaban unos 170 “ex niños de la
guerra, la mayoría de ellos esparcidos por todo el territorio ruso;
tenemos a una que vive en el lejano Oriente, a más de 8.000 kilómetros
de Moscú”. Recalcaba que “queremos seguir siendo españoles” y añadía que
la ayuda era imprescindible “para no tener que pedir limosna a otros
organismos o cerrar el centro”.
Les respondieron con un
formulario, lo rellenaron y recibieron la respuesta negativa a la
petición de ayuda porque no cumplían los parámetros de un baremo
burocrático al uso, y de nada sirvió una segunda carta de Mansilla en la
que escribía: “no podemos vivir sin el Centro Español, que es un pedazo de nuestra Patria en Rusia”.
Solicitaron después la ayuda del
diputado socialista Ramón Jaúregui, quien envió una carta a la ministra
Fátima Báñez con la petición de una consideración especial, pero sin
resultado. Así las cosas, y puesto que la mayoría son de origen vasco
–todavía impresionan las imágenes de la filmografía rusa sobre la
evacuación de Bilbao tras los bombardeos de los nazis (Gernika y
Durango) y el embarque de los niños–, el lehendakari socialista Patxi
López se comprometió a aportar la ayuda de 10.000 euros anuales que
solicitaban.
Pero ¡ya es fatalidad!, entre el dicho y el hecho,
el expediente de ayuda de la Agencia de Cooperación Vasca quedó sin
tramitar, según informó la exdirectora de Acción Exterior del Gobierno
Vasco, Marta Arés. Su sucesora, Marian Elorza ha recomendado a la
dirigente de la AGE, Dolores Cabra, que reinicien el proceso de
tramitación, lo que a tenor de los plazos, no evitará el desalojo cuando
en abril llegue la factura trimestral del alquiler y los socios del
Centro Español de Moscú no puedan pagarla. Puesto que de los gobernantes
del PP no cabe esperar nada y de los demás, sólo largas, el foco de
cultura y memoria española en Rusia desaparecerá.
Nota de Dolores Cabra
El tiempo se acaba y los políticos miran hacia otro lado. Unos (el Partido Socialista de Euskadi) y otros (el Partido Nacionalista Vasco) como si aquellos nonagenarios en Rusia no pertenecieran desde esa dañada y traumatizada infancia al mismo pueblo vasco que ellos, a ese pueblo del que tuvieron que salir al exilio forzoso para aún vivir y morir en otra guerra más terrible que la de España. Esos políticos vascos los miran desde las cumbres, sin tiempo sin ganas, con perezay desidia. En realidad deben estar pensando que vaya molestia, consumen una prestación, no aportan, su voto no afecta y comen todos los días y a veces están enfermos y gastan en sanidad. Creo sinceramente que los han debido meter dentro del "plan de exterminio por inanición física y moral", plan en el que vamos entrando todos, por otra parte, para evitar tanta absurda pensión y gasto sanitario que no son rentables para el sistema que desean seguir manteniendo.
+@Vídeo RTVE
Nota de Dolores Cabra
El tiempo se acaba y los políticos miran hacia otro lado. Unos (el Partido Socialista de Euskadi) y otros (el Partido Nacionalista Vasco) como si aquellos nonagenarios en Rusia no pertenecieran desde esa dañada y traumatizada infancia al mismo pueblo vasco que ellos, a ese pueblo del que tuvieron que salir al exilio forzoso para aún vivir y morir en otra guerra más terrible que la de España. Esos políticos vascos los miran desde las cumbres, sin tiempo sin ganas, con perezay desidia. En realidad deben estar pensando que vaya molestia, consumen una prestación, no aportan, su voto no afecta y comen todos los días y a veces están enfermos y gastan en sanidad. Creo sinceramente que los han debido meter dentro del "plan de exterminio por inanición física y moral", plan en el que vamos entrando todos, por otra parte, para evitar tanta absurda pensión y gasto sanitario que no son rentables para el sistema que desean seguir manteniendo.
+@Vídeo RTVE
DdA, IX/2.318
2 comentarios:
¿Que podemos hacer? ¿Alguna contribución economi a? ¿Firmar una petición al gobierno de Epaña?
Ponerse en contacto con el centro, quizá, y saber cómo están las cosas y de qué modo se puede hacer.
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