Los
pasillos de Telemadrid están llenos de pancartas, de dibujos hechos por
niños, hijos de trabajadores, perdón, extrabajadores del medio, en el
que piden a los Reyes Magos que sus papás vuelvan a sonreir. También hay
fotos de niños en las que se lee: “mis padres se conocieron en
Telemadrid”. Veintitrés años dan para mucho, también para
enamorarse, casarse, tener hijos… y ser despedido. Los trabajadores que
llevaban 23 años percibirán una indemnización de 33.000 euros.
Entre la noche del viernes y el mediodía
del sábado se sucedieron muchas noticias. La peor: que los burofaxes con
los despidos ya habían salido de la sede y la mayoría los recibiría en
su casa el sábado. Y así fue, a las 9 de la mañana empezaban a
recibirlos. En Correos reforzaron el turno de un sábado normal. A la
empresa le ha costado 25.000 euros enviar los burofaxes, pero a cambio
se ha ahorrado mirar a la cara a los trabajadores.
El viernes por la tarde los trabajadores ya sabían que cuando
salieran no volverían a entrar, así que se quedaron. Se constituyeron en
asamblea permanente y pasaron toda la noche dentro, recordando los
buenos momentos, compartiendo los últimos con los compañeros. La empresa
dio orden de no dejar entrar a nadie. A los que llegaban para comenzar
su turno les entregaban una carta genérica en la que se les decía que acudieran inmediatamente a su domicilio donde encontrarían el burofax de su despido.
El sábado a mediodía finalizó la asamblea y salieron de la sede de
Telemadrid. Fuera les esperaban sus compañeros, a los que no dejaron
entrar la noche anterior, y muchos ciudadanos que quisieron mostrarles
su apoyo. Salían emocionados, llorosos, pero con el firme propósito de
volver, cuando la justicia les dé la razón y anule el despido colectivo.
Se ha despedido a personas de baja por enfermedad grave, embarazadas y
prácticamente a todos los miembros de comité. La empresa va a
externalizar un gran número de puestos. Es una broma de mal gusto que
anuncien que van a seguir haciendo dos informativos diarios, además de
Diario de la Noche y que despidan a todos los técnicos de audio y de
cámara, auxiliares, peluqueros, maquilladores, regidores ó supervisores
de imagen. Seguramente los sustituirán empleados de la empresa
TSA-Telefónica que, según han sabido los trabajadores, empezarán el
próximo lunes.
Las cifras del ERE delatan la falacia sobre la que han querido
basarlo, que es el ahorro. El número de directivos continúa siendo el
mismo: en la dirección de informativos, que engloba a 350 personas, van a
ser despedidas 254; había 13 directivos, se despide a 1. El porcentaje
de directivos en ese área era del 3,7%; ahora será del 12,5% respecto
del total de trabajadores. En la dirección de antena, que engloba a 144
trabajadores, van a ser despedidos 126; había cuatro directivos que
siguen en su puesto. El porcentaje de directivos era del 2,7%; ahora
será del 22,22%. El mismo número de directivos para dirigir a un 77,5%
menos de trabajadores, y todos ellos con el sueldo intacto.
PUNTOS DE PÁGINA
Pobres pobres
Pobres pobres que todavía no saben que son pobres porque piensan que
ellos no tienen una hipoteca que pagar o porque viven en una casa con
calefacción y todavía pueden costearse el recibo de la luz; o porque
tienen un coche y aún puede echarle combustible y pagar el recibo del
seguro e, incluso, cambiar los neumáticos cuando lo necesitan.
Pobres pobres que creen que a ellos no les afecta en demasía lo del
euro por receta, porque, al fin y al cabo, ellos no necesitan (ahora) ir
al médico, o porque pueden pagar el colegio (privado o concertado) de
sus hijos, o porque suponen que ellos no se van a quedar nunca sin
empleo, o porque ni siquiera se les ocurre que un mal día, en su
empresa, les bajen un 20% el sueldo; nada de pensar que no están a salvo
de tener una enfermedad grave y quizás no puedan costearse los gastos
que ocasione, si es que la privatización sigue avanzando a pasos de
gigante; o, aunque no avance más, puede que, cuando sean jubilados, no
puedan pagarse ese euro por receta, porque las recetas son muchas y sus
pensiones serán (sin ninguna duda) mas escasas que las de ahora.
Pobres pobres que no se les pasa por la mente que, dentro de unos
años, quizá no puedan pagar las matrículas de sus hijos en la
Universidad o costearse un pleito por un abuso o una agresión que hayan
sufrido, porque las tasas judiciales sean prohibitivas para ellos.
Pobres pobres que piensan que los amigos de los poderosos van a
defender a los que viven de un sueldo, porque “ellos son el partido de
los trabajadores”; puede, incluso, que piensen que ellos son algo más
que trabajadores a secas, porque tienen un cargo o un mando o porque se
creen imprescindibles para su empresa.
Pobres pobres que aún no saben que son pobres.— Ángel Villegas Bravo
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