jueves, 31 de enero de 2013

LA RADIO PÚBLICA EXPULSA A UNA CUARTA PARTE DE AUDIENCIA

Camilo José Cela Conde

El intento de control, cuando no la manipulación burda de los medios periodísticos, ha sido una constante en el mundo político español. Las cadenas de televisión que nacieron de la mano del poder autonómico son quizá el ejemplo más notorio de ese fervor por dirigir las informaciones que les llegan a los ciudadanos, con un despilfarro grandioso cuyos beneficios jamás quedaron claros. Imponer una determinada línea informativa, ya sea de manera directa en los telediarios o indirecta sesgando los invitados a las tertulias, no da los frutos esperados cuando llegan las elecciones. 

Tal vez fuese esa constatación la que llevó al gobierno del presidente Rodríguez Zapatero a cambiar de modelo dando a la radio y la televisión públicas por excelencia, las de RTVE, una libertad para decidir sus contenidos que primero sorprendió y luego fue cimentando la fidelidad de los oyentes de la radio y los espectadores de los programas informativos. Ese modelo tiene una referencia proverbial: la de la BBC, la corporación pública del Reino Unido que es un verdadero ejemplo para quien crea que los medios informativos deben ser del todo ajenos al control político. Pues bien, en un tiempo muy breve se vieron los resultados positivos que aparecen cuando se deja trabajar sin presiones a los profesionales. Los programas que cubrían mañana tarde y noche en Radio Nacional de España se convirtieron en pocos meses en referencias casi de culto.

Ha durado poco semejante felicidad. Y no puede decirse que su final haya supuesto una sorpresa. Cualquiera que fuese oyente de aquellos programas como el de Asuntos propios de nuestro compatriota Toni Garrido temía que, con el cambio del color político de la legislatura, se iba a cerrar la espita de la independencia informativa. Pero no se trata de un coro de los lamentos a título personal: el Consejo de Europa acaba de tirarle de las orejas a RTVE por la vuelta de las injerencias políticas a la radio y la televisión pública. Más significativa ha sido aún la caída de la audiencia que, en cosa de un año, ha disminuido en casi una cuarta parte por lo que hace a los oyentes de Radio Nacional de España. Y eso a pesar de que, aun con muestras muy claras de las directrices políticas -como la de dar noticias positivas, existan o no, en los diarios hablados- los programas de RNE intentan mantener un cierto pluralismo en el color ideológico de los tertulianos. 

Pero sucede que llueve sobre mojado y que la memoria de los radioyentes no falla: están muy cerca todavía los tiempos del tándem entre Aznar y Urdaci. Así que la respuesta de RTVE al Consejo de Europa acerca de los órganos internos que garantizan la independencia se antoja insuficiente. Es el día a día el que demuestra si hay o no hay consignas políticas a seguir de forma obligada. De momento, la sospecha ha expulsado a muchísimos oyentes. Recuperarlos no va a ser una tarea en verdad nada fácil.

+@Por un beso de los gays, yo (TVE) censuraría lo que fuera.

DdA, IX/2.291

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