La venimos soportando
desde hace muchos años, pero nadie hasta ahora ha llamado por su nombre a ese
largo periodo en que la corrupción se adueñó de la actualidad en España, desde los ya lejanos tiempos de Juan Guerra a nuestros días. Un periodista alemán, Sebastian Schoepp, ha tenido la perspicacia de calificar como dictadura de la corrupción el tiempo que vivimos, algo que según corroboramos día tras días en los medios responde en cierta medida a la verdad que más nos desazona, pues hasta 300 cargos políticios están imputados en una lacra que puede incluso afectar a la Jefatura del Estado. A la dictadura de
Franco, y tras la transición democrática vivida entre 1975 y 1982, le sucedieron
unos años en que la democracia no pareció resentirse de la corrupción naciente
porque había dinero y esa afección en germen no parecía molestar demasiado. Los
dos partidos alternantes tuvieron en cada caso la votos suficientes para
turnarse en el poder. Pero eso se puede acabar con la crisis que vive el país en los últimos
años, que está generando una creciente disidencia entre la población y la clase política en general, pues los dos partidos mayoritarios, antes que representantes de la
voluntad del pueblo, se han convertido en mecanismos para el reparto de
beneficios entre sus seguidores y afiliados, tal como evidencia en el Partido Popular el reciente y vergonzoso caso Bárcenas, ligado a la trama Gürtel. Cabe preguntarse, por lo tanto, si unos partidos con esa mentalidad son los más indicados para sanear un país camino de la quiebra, si bien lo más correcto sería creer en que la regeneración desde esos partidos parece imposible. Puede que para regenerar España, a la vista del alarmante y comprensible estado de indignación que sienten cada vez con más rabia los españoles, la única salida sea poner en marcha una segunda transición a partir del movimiento ciudadano.
+@Lista de políticos imputados por corrupción y que siguen en la política
+@Madrid, Barcelona y Valencia tienen 95 concejales con sueldo de ministros
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PUNTOS DE PÁGINA
DdA, IX/2.288
1 comentario:
La corrupción acabará con la monarquía.
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