En la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros, en el corazón de Cinco Villas, se recuperan tradiciones que dejan atónito al lector de un diario como con el que semanalmente colaboro (El Periódico de Aragón): el Día de El Voto.
Corría
el año 1773, cuando Ejea se vio asolada por una epidemia que duraba ya desde
tres años: de 2.000 habitantes, habían fallecido 335 ejeanos, 183 niños. Como
remedio, los ejeanos sacaron en procesión a los patrones del pueblo: San Juan y
la Virgen de la Oliva, pero al parecer, sin
demasiado éxito hasta que optaron por sacar a la “Purísima Concepción”, es
decir, a la versión “urbi et orbi” del mismo personaje femenino local, la
virgen de la Oliva.
la tradición que fue al paso de la Purísima Concepción
cuando empezó a remitir la enfermedad.
Y
se produjo el milagro: cuenta hoy el cronista local que los ejeanos observaron
que la epidemia empezó a remitir al paso de la Purísima Concepción
el 14 de enero de hace 240 años. Fue el rey Carlos III, dicen que algo conocedor
de la Ilustración,
si bien made in Spain, el que permitió que se celebrara este día
festivo en Ejea.
Con
el tiempo, la tradición quedó prácticamente en una misa, pero desde hace unos
años, gracias a dios, se ha vuelto a recuperar la procesión. De paso, con
motivo de la festividad, se aprovechó la ocasión para presentar tres capillas
de una iglesia local, con un presupuesto global de 71.000 euros (ya se sabe que
la SICAR: Santa
Iglesia Católica Apostólica Romana, no paga impuestos ni está sujeta a recortes,
pues su reino no es de este mundo).
Es de esperar que con los años los ejeanos saquen en
procesión a Edward Jenner, descubridor de la vacuna contra la viruela en 1796,
que observó que las ordeñadoras en contacto con vacas que padecían viruela bovina
no contraían la viruela. Louis Pasteur perfeccionó la vacuna en 1888. No se
sabe si es igualmente por intercesión de la Purísima, pero la vacuna es un preparado de
antígenos que, dentro del organismo, produce anticuerpos y con ello una
respuesta de defensa ante microorganismos patógenos.
DdA, IX/2.277
3 comentarios:
Es improbable que en España llegue ese día cuando en España todavía se creen y fomentan milagrerías como la de la vidente insepulta de El Escorial, que anotamos en este Diario, amigo Antonio.
¿Y si sacamos en procesión a Fleming y a un frasco de penicilina? ¿Y si invitamos a Rouco y adláteres? ¿Y si después de la procesión se vuelven racionalistas confesos?
Muchas procesiones de ese cariz necesitamos, después de tantas cortes milagreras.
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