jueves, 3 de enero de 2013

AÑO NUEVO A PEOR


Alejandro Prieto

Sin acudir al  empleo de analgésicos o eufemismos, puede decirse que el balance del 2012 en materia económica, política y social no ha sido positivo ni placentero. En los últimos doce meses, cerca de 500.000 personas han pasado a estar en situación de desempleo, situándose la cifra de parados en los cinco millones;  Unicef estima que la tasa de pobreza infantil en octubre se situó en el 27,2%, es decir,  2.267.000 niños, un punto más que seis meses antes; el número de desahucios  superó a los ejecutados el año anterior; las rentas del trabajo y las pensiones perdieron poder adquisitivo; la deuda pública se incrementó en más de 80.000 millones de euros; la credibilidad y confianza de la ciudadanía en  los partidos y representantes  políticos sufrió una merma progresiva y preocupante; la tensión territorial aumentó de manera destacada; buena parte de los servicios públicos experimentaron recortes y/o modificaciones notables; miles de jóvenes partieron hacia otras naciones en busca de alternativas; las necesidades básicas de un porcentaje considerable de la población fueron cubiertas a través de la  solidaridad y coloración de la sociedad civil (¿qué sucedería si no fuera así?); y el malestar social fue tomando envergadura y temperatura paulatinamente hasta alcanzar cotas que, particularmente, no conocía. Y, como estímulo e incentivo para ir creando un  ambiente de alegría e ilusión, ya se anuncia que el 2013 seguirá comportándose como un ogro con el bienestar general.  

La gente entiende, asume y arrima el hombro en los momentos de dificultad, sin embargo,  al percibir  que el esfuerzo recae con  rigor y contundencia en los sectores más débiles de la sociedad, dando muestras de delicadeza ante la codicia, la especulación y el antipatriotismo fiscal, las decisiones gubernamentales molestan y distancian a los ciudadanos de sus representantes.

DdA, IX/2.265

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