Alejandro Prieto
Hay clasificaciones de los vehículos más veloces, de los quesos
más apreciados, de los periódicos más leídos y, por desgracia, de otras
cuestiones que ponen de relieve el decepcionante fracaso evolutivo del
ser humano en cuanto a sensatez, educación, refinamiento y empatía se
refiere.
Recientemente, la revista The Economist ha publicado una lista con
los mejores y peores lugares para nacer en 2013, ranking establecido
atendiendo a variables medibles y a otras de carácter subjetivas que
condicionan de manera dispar las oportunidades y la calidad de vida de
las personas. Así lo constatan las estadísticas al señalar que, de un
país otro del mundo, la esperanza media de vida en 2009 variaba hasta
en 35 años, la densidad de médicos por cada 10.000 habitantes oscilaba
entre 0,1 y 67, y la renta per cápita iba desde 500 a 54.000 dólares.
Han pasado unos miles de años desde el comienzo de las llamadas
civilizaciones, y resulta que algo tan circunstancial y aleatorio como
es el país donde tiene lugar el alumbramiento, aún traza los márgenes
del recorrido y las condiciones de luz u oscuridad con las que llevarlo
a cabo. Como especie, no está el tema para sacar pecho.
DdA, IX/2.250
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