viernes, 2 de noviembre de 2012

SIN CREER EN UN MUNDO MÁS JUSTO, ¿DAMOS PENA O ASCO?


Alejandro Prieto

En una época en la que el desarrollo de nuevas tecnologías hace posible la conectividad y comunicación entre personas y aparatos a través de técnicas o métodos que, hasta hace cuatro días, pertenecían a la esfera de la ciencia ficción, parece que la conexión entre la población y la clase política presenta dificultades de cierta envergadura. Y no se trata de fallos localizados en  las redes inalámbricas o sistemas informáticos, incidencias cuya resolución  esté en manos de  cualificados técnicos en telecomunicaciones e informática, sino del   deterioro existente en el vínculo de la confianza, de difícil restablecimiento cuando la corrosión padecida por el sistema continúa desgastando sin contención el bienestar bruto nacional, mientras se fortalecen e incrementan los patrimonios particulares de un reducido sector de la población. Para combatir el desafecto y recuperar la credibilidad perdida hay que aplicar un tratamiento político que tienda a invertir semejante situación antisocial. 

Si tal como pronostican los amantes y devotos de la ley de la selva, que reserva y asigna la figura del león a unos cuantos y la de cebra al resto, no fuera posible configurar otro escenario social que el de comer y ser comido, ¿qué valores deberíamos transmitir a los menores? Mira, hija, cuando escuches hablar de cuestiones tales como la solidaridad, la empatía o la ética, no hagas demasiado caso, porque con semejantes valores o principios estás perdida (sin eufemismos, jodida); tú vete a lo tuyo e intenta pillar todo lo que puedas, pues es la única actitud para abandonar la adversidad y la miseria. Hay que mentalizarse y asumir el desequilibrio extremo, hay que elegir entre la opulencia o el abismo, hay que acostumbrarse a ver las huellas de la desnutrición esparcidas por los barrios de los flojos e incompetentes. En resumen, uno debe olvidarse de idealismos y demás tonterías condenadas al fracaso.

Si a estas alturas de la película el ser humano es incapaz de atisbar y creer en un mundo más justo y atractivo, ¿damos pena o damos asco?

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