Ana Cuevas
Ciudadanos puteados por los recortes que se revuelven contra lo que
consideran una masacre social: Sepan que su mayor problema no es el
hecho de que este gobierno les haya transformado en avalistas de los
desmanes de la banca. Ni que a consecuencia de este abuso se justifique
el sistemático saqueo que sufre nuestro pueblo. Tampoco importa
demasiado que la inmensa mayoría no pueda pagarse la justicia o que la
gente sea arrojada al arroyo del desahucio. Todas estas sombras que
tanto les inquietan y les obligan a tomar las calles son meras
pinceladas negras de una composición mayor, llena de luz y de belleza.
Un maravilloso mundo hecho a la medida de gente guapa y con posibles. En
este nuevo escenario la fealdad de la clase proletaria no debe
mostrarse a la opinión pública internacional porque, ante semejante
falta de glamour, aquí no viene ni el Tato. Es la imprescindible opinión
de ese gran actor de un único papel, el "chatín" Arturo Fernández. Dice
el rijoso galán que nunca ha visto tanta gente fea junta como en las
manifestaciones. Algo que describe como manadas que parecen salidas de
campos de concentración.
Está claro, las cabreadas masas no pueden compararse ni de lejos con la apolíneo atractivo de Guindos o la seductora mirada de la Báñez. La pobreza y la mala leche restan mucho encanto. El que les sobra a los tertulianos de Intereconomía, ese canal conocido por el sex-appeal de quienes lo frecuentan. Ahora me explico la nueva inciativa de los jerifaltes de vender la nacionalidad a los extranjeros que nos compren un pisito. Repoblaremos el país con personal exótico y mucho más fashion que blanqueará sus capitales a cambio de reducir el stock inmobiliario. Dos pajaros de una tacada. ¿No es una jugada maestra? Los nuevos españoles tendrán cash para tratamientos y cirugía, lo que revertirá en un mayor auge de la marca España. Una sociedad hermosa y elitista que barrerá la miseria debajo de una alfombra persa. Los perro-flautas, desarrapados e iracundos parias no damos buena imagen de la patria. Ese es nuestro mayor problema, el estético. ¡Vaya, que somos más feos que picio! Va a ser por eso que el gobierno parece decidido a hacernos la eutanasia. No estamos a la altura de su sofisticado estilismo.
DdA, IX/2.234
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