Ana Cuevas
En este mundo cruel que pretenden que aceptemos, hay quién no puede
resistir la sobredosis de calamidades que le tocan. Ante el paro o los
desahucios, la desprotección del Estado es tan brutal, que algunos
individuos no encuentran más salida que un dramático mutis de este foro. Es
un rasgo de algo que los sociólogos conocen como anomia.
Cuando los que
gobiernan no son capaces de crear mecanismos para garantizar las
necesidades básicas de la gente, se producen comportamientos sociales
diversos. Uno de ellos, el más rotundo, es el suicidio. Otra persona en
Navarra se ha sumado a la lista de víctimas de nuestro irresponsable Estado. Sin trabajo y sin casa, no halló los instrumentos para salir de
la desesperación y saltó por la ventana tras abrir la puerta a sus
desahuciadores. Un muerto más sobre la ¿conciencia? de los insensibles
gerifaltes. Una conciencia tan laxa que incluye el escarnio y el oprobio
contra los más desprotegidos.
La viscosa Andreíta Fabra o la
descerebrada (a la par que insultante) Mª Pilar Sol, son algunos de los
especímenes que proclaman la desligitimación de este gobierno. Además
de no articular instrumentos reales para remontar la tragedia del
desempleo (sino todo lo contrario) o evitar que la banca pirata eche a
la gente de sus casas, aceleran la brecha de las desigualdades.
Participan activamente en el atraco que, a punta de decreto, sufren los
bienes públicos. Siguen favoreciendo a los especuladores que generaron
la crisis. Haciéndonos valedores de sus trapacerías. Privatizando a todo
ritmo para engordar la buchaca de unos particulares (además de la
propia si se tercia). Y encima nos disparan ráfagas de un odio añejo de
clasismo rancio desde las tribunas que ocupan en su función de
servidores públicos.
Parece ser que la anomia puede
manifestarse de otras formas. Una es la variedad denominada anomia boba.
Se produce cuando un grupo de personas pasa por encima del poder del Estado para proteger lo que les pertenece por derecho. Desobediencia
civil por inaceptación de unas normas injustas y perniciosas para el
pueblo. Este gobierno ya no posee ninguna autoridad moral, ¿por qué
debemos respetarlo? Pues eso, ¡Viva la anomia boba!.
PUNTOS DE PÁGINA
DdA, IX/2.241
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