Ana Cuevas
La mañana del pasado domingo me encaminaba devota a la manifestación nuestra de cada día cuando, sin previo aviso, una visión revenida de la España más casposa asaltó mis retinas. En la zaragozana Plaza del Pilar se estaba desarrollando un acto religioso-institucional digno de protagonizar un especial de "mundo insólito". La Guardia Civil le concedía una medalla a su Patrona, la Virgen del Pilar. Podríamos obviar el hiperrealismo "majico"" que supone el hecho de que un cuerpo armado condecore a un ser sobrenatural y presunta pacifista. Yo al menos puedo. Soy hija del cuerpo (la genética gusta de estas bromas) y estoy hecha a la imaginería benemérita.
Pero es que el cuadro era completo. Ni siquiera Goya hubiera retratado tan fidedignamente la rancia fealdad que emanaba del conjunto. Esa presidenta de Aragón coronada de peineta y de mantilla; con un rictus en la boca (un estremecedor conato de sonrisa) que solo se puede explicar imaginando que se le ha ido la mano con el cilicio; como recién salida de tomar el te con el señor Obispo tras las bambalinas del sacristía. ¡Oigan, que impone esta mujer! Y mucho más pertrechada de manola. ¿Y qué decir de ese momento bandera, un trapito que ha costado 5.700 euros del ala, en el que el señor arzobispo bendice el estandarte de guerra que doña Rudi entrega a la Guardia Civil? "¡Oh, Dios, bendice esta bandera que representa a nuestra tierra!".
Un flash-back grotesco y gazmoño que parece salido de ese pasado nuestro, nunca suficientemente lejano, de Obispos bendiciendo tropas y maquinarias de muerte. Por si fuera poco, la cutrez y el autobombo de sus participantes nos ha salido caro a todos. Hasta a los ateos más recalcitrantes. Las cifras bailan entre los 36.000 y los 400.000 euros. Ya saben, cuanto más patriotas y místicos, menos entendemos de números los españoles. Pero eso sí, las venerables calaveras que gobiernan nuestros pueblos no escatiman prendas en sacar un Real Deceto para condecorar a la Virgen del Pilar. El dinero que cueste, ya saldrá de dónde sea.
¡Qué lástima que Sánchez Gordillo no sea virgen y dé mal subido a una columna cubierta por un manto florido! A lo mejor se podría obrar el milagro y el gobierno engendraría otro Real Decreto, éste para poder alimentar a los que pasan hambre. Yo creo que la Virgen (de poder ser interrogada sobre esto) escogería lo segundo a cualquier clase de medallas, boatos o banderas. Aunque en asuntos marianos prima la cuestión de fe y servidora anda floja en este tema. Y en el caso de esta panda (la de Mariano el recorto y su coro de beat@s meapilas) la única fe que procesan, es la mala fe que gastan. Vamos, la mala virgen.
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