Antonio Aramayona
España tiene esperanza: el ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, le ha pedido al Papa que "rece por España en las circunstancias actuales". El señor Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, le respondió con un escueto: “Ya lo hago”, según informaron fuentes diplomáticas españolas. En otras palabras, como todo tiene su explicación, ahora ya podemos entender que España va como va.
Cuenta la prensa que el ministro del Interior había ido a Roma a presidir la delegación oficial española para la canonización de la monja española Carmen Sallés y Barangueras, fundadora de las Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. De esa señora afirmó Ratzinger en su homilía que "su obra educativa, confiada a la Virgen Inmaculada, sigue dando abundantes frutos entre la juventud a través de la entrega generosa de sus hijas, que como ella se encomiendan al Dios que todo lo puede".
O sea, más claro, agua. Quién mejor que el ministro del Interior, miembro supernumerario del Opus Dei, para “agradecer al Papa la proclamación de un nuevo santo español”, trasmitirle el saludo de los Reyes de España y del Gobierno y pedirle "que rece por España en las actuales circunstancias"? ¿Cómo hacer realidad con mayor devoción que “ninguna confesión tendrá carácter estatal” (art. 16.3 de la Constitución)?
Por la noche, el ministro del Interior ofreció en la embajada de España ante la Santa Sede una cena de gala en honor de la nueva santa española. Como esa cena va a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, ni que decir tiene que esa cena la pagamos entre todos las ciudadanas y los ciudadanos españoles. En dicha cena, Fernández Díaz impartió una clase magistral de silogística. Veamos: : Citando al obispo de Vic, Josep Torras i Bagés (1846-1916): “Cataluña será cristiana o no será”. Segunda premisa : “España será cristiana o no será”. Conclusión: Cataluña sin España no sería Cataluña y España sin Cataluña no sería España".
Nada tiene, pues, de sorprendente que, en consonancia con esa lógica aplastante (realmente aplasta...), el ministro español de Interior, Jorge Fernández Díaz, no dimitiera ni se le cayera la cara de vergüenza.
DdA, IX/2.213
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