martes, 21 de agosto de 2012

LA META DE SAMIA YUSUF OMAR



Félix Población

Lo suyo fue correr y correr en un país de hambre. Tenía por destino una marca que le hiciera saltar el mar y vivir sin miseria. La obtuvo para llegar a las Olimpiadas de Pekín y competir en un gran estadio donde el público le tributó una sonora ovación. No fue la vencedora de la prueba, sino la última corredora en cruzar la meta. Nunca antes una última atleta obtuvo tan entusiasta reconocimiento. Puede que ese aplauso y los diez segundos de retraso respecto a las restantes competidoras fueran para ella la inicial andadura para cursar un sueño.

El aliento de Samia fue celebrado por la muchedumbre porque aquellos doscientos metros tendrían que haber sido, en efecto, el principio de una conquista, la conquista del pan de una deportista somalí con seis hermanos, huérfana de padre e hija de una vendedora de frutas. Por eso Samia siguió persiguiendo una marca, entrenándose hasta la extenuación en uno de los países más pobres del mundo, con todas sus esquinas devastadas por la precariedad y la guerra.

La atleta no pudo llegar a la cita olímpica de Londres. Admiraría y celebraría por televisión la victoria de Mohamed Farah, que un día desde su mismo país buscó como refugiado a su padre en Londres, donde se ganó la nacionalidad británica corriendo contra el tiempo. Ella también podría buscar su camino tras el mar. La madre de la atleta vendió todo lo que tenía para que su hija pudiera embarcar en una patera y llegar así a las pistas de una vida sin penuria que dieran viento a sus sueños. Pero Samia Yusuf Omar ya no cruzará más ninguna meta.

Perdió la vida en las costas de Italia, después de una larga marcha por tierra hasta las playas de Libia. Me gustaría creer que el mundo del deporte se ha conmovido ante su muerte, como titulan hoy los periódicos, pero si el corazón de Samia se ha roto entre las olas del Mar de las Pateras -por donde otrora transitaron las culturas- es porque el mundo del derroche, al que pertenecemos, instala murallas contra el mundo de la penuria, la enfermedad y la guerra del que Samia huía, esas tierras subsaharianas donde la conquista del pan es tan a menudo una desesperada carrera contra el hambre que acaba en la muerte.

CARTA DE MICHAEL MOORE A JULIAN ASSANGE
Apertura, transparencia: ésas son de las pocas armas con que cuenta el pueblo para protegerse de los poderosos y los corruptos. ¿Qué hubiera pasado si en los días posteriores al 4 de agosto de 1964 –luego que el Pentágono fabricó la mentira de que un barco nuestro fue atacado por norvietnamitas en el golfo de Tonkin– unWikileaks nos hubiera dicho que todo fue un invento? Supongo que tal vez 58 mil de nuestros soldados (y dos millones de vietnamitas) hoy estarían vivos. En cambio, los secretos los mataron. Para quienes creen que está mal apoyar a Julian Assange por las acusaciones de ataque sexual que lo tienen sujeto a proceso, todo lo que pido es que no sean ingenuos respecto de los ardides de un gobierno cuando decide ir tras su presa. Por favor, nunca crean la historia oficial.+@PiensaChile
Assange: 4 estrategias para escapar de la embajada - Principia Marsupia

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