lunes, 9 de julio de 2012

EL BIEN MÁS PRECIADO DE LA HUMANIDAD



Alejandro Prieto


Hace meses, viendo un programa de televisión en el que personas de una tribu (de la etnia mentawai) de Indonesia pasaban unos días en una ciudad de nuestro país en compañía de una familia española, llamó mi atención la reacción mostrada por uno de ellos cuando, al ir caminando por la calle, observó la presencia de un señor acostado en la acera entre cartones. Además de preguntar por qué no estaba descansando en su casa, expresó su incomprensión ante una sociedad que permitía y aceptaba con total naturalidad que uno de los suyos estuviera en tan lamentables circunstancias.

Seres que viven de la caza, la pesca y la recolección de alimentos como hace miles de años, que comparten los recursos existentes al objeto de cubrir las necesidades de supervivencia de todos los miembros del grupo, y que no tienen más pertenencias que un techo y cuatro utensilios y herramientas, pero con un enorme sentido de solidaridad y arraigo comunitario que resulta envidiable.

Cuentan los historiadores, que la aparición y el desarrollo de la agricultura dio lugar al intercambio, comercio y acumulación de bienes, iniciándose una evolución demográfica, económica, política y social que, tras innumerables vicisitudes acaecidas a lo largo de distintos periodos o etapas históricas, ha dejado como herencia la realidad del momento, lo que ahora somos y tenemos.

Tildamos de incivilizados a quienes viven de manera arcaica y aislados en la selva, calificativo aceptable si es tomado en consideración el nivel de sabiduría o instrucción académica alcanzado socialmente, sin embargo, al entrar en cuestiones de carácter moral o ético, ¿hay razones para mirar por encima del hombro o sentirse crecidos? Con las cotas de desarrollo intelectual, económico y tecnológico logrado globalmente, ¿con qué argumentos se justifica y defiende el actual escenario mundial de codicia, desequilibrio, sufrimiento y miseria?

¿Será el siglo XXI el de la revolución del entendimiento, la equidad y la decencia? Sería el más preciado logro de la humanidad, sin duda.

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