jueves, 31 de mayo de 2012

LA NEFASTA LÍNEA EMPRENDIDA CONTRA EL BIENESTAR SOCIAL



Alejandro Prieto


Ante las noticias que llegan sobre el índice de fraude fiscal y la transparencia de las instituciones del estado en ciertas naciones de la Comunidad Europea, así como del bajo nivel de tolerancia ante conductas dudosas o poco ejemplares de los representantes públicos elegidos en las urnas, cabe preguntarse cómo perciben y qué imagen se forman desde la distancia al contemplar el funcionamiento y devenir democrático de nuestro país.

Últimamente, abundan las declaraciones y discursos que acuden a la comparativa de distintos aspectos con el propósito de justificar o edulcorar la implementación de medidas políticas que no son acogidas con los brazos abiertos ni con alborozo por parte de la ciudadanía. Puede aludirse al menor precio de los carburantes en España respecto a otros vecinos, a la baja productividad de los trabajadores españoles, al copago sanitario realizado al otro lado de nuestras fronteras o al inferior importe de las matrículas en nuestras universidades. Sin embargo, ¿no es curiosa la ausencia de referencias cuando se trata de cotejar determinadas situaciones o temas?

Cuestiones como pueden ser la limitación y compatibilidad de sueldos públicos y privados en la política, los salarios medios de los empleados, las cifras de accidentalidad laboral, la eficacia del combate contra la evasión fiscal, la progresividad de los impuestos, la desigualdad social o la dimisión por comportamientos indignos o presuntamente delictivos en el ejercicio de funciones o cargos públicos, son omitidas y pasadas por alto sin sonrojo, arrepentimiento o cargo de conciencia que impida conciliar el sueño.

Visto lo visto, no parece sencillo encontrar argumentos con los que defender posiciones inmovilistas, actitudes contrarias a la introducción de reformas dirigidas a depurar, fortalecer y dar brillo al sistema democrático. Ahora bien, por muchos cambios que se llevan a cabo sobre el papel, si están hechos a remolque y no por convicción y concienciación, ¿pueden esperarse resultados satisfactorios y sustanciales en la sociedad?

Teniendo presente que lo que está en juego es algo tan importante como el bienestar social, no es de recibo apoyarse en historias e intereses partidistas, ideas religiosas o roles sociales que impidan u obstaculicen cambiar la errónea y nefasta dirección emprendida. Mucho desarrollo tecnológico, pero escaso progreso en valores y derechos humanos.


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