miércoles, 14 de marzo de 2012

LA DERECHA Y EL TIRO AL PICHÓN SINDICAL


Ana Cuevas

La tramontana derecha está sustituyendo su afición a jugar al pádel por otra modalidad ¿deportiva? más acorde con su naturaleza ultravisigoda: el tiro al pichón sindical. Se ha abierto la veda y todo lo que respira más allá de la sumisión al yugo se convierte en blanco de su artillería. Disparan a tontas y a locas, desaforados por reventar a estos avechuchos toca-pelotas. Sin aparente temor a que les explote la culata por estar utilizando tanta munición de escoria. ¡Están tan creciditos! Así que no les cuesta nada acusar a los sindicatos de indignos por haberse manifestado el 11-M. El mismo día que el PP celebró varios actos de campaña en Andalucía.

Pero como dice una de sus sabias ideólogas: No debemos mezclar peras con manzanas (ni confundir piojosos sindicalistas con glamurosos peperos). En esta montería valen los raseros dobles, triples y los elevados al cubo si es menester. Los líderes obreros se presentan al personal como una especie de gánsteres que engullen caviar a espuertas mientras consultan la hora de la mani en sus fastuosos rolex. Que luego se demuestre que son toscas mentiras o comedias bufas no importa demasiado. Calumnia que algo queda. Esa es la máxima de voceros cinegéticos como Hermann Tertsch. Después de describir a los sindicalistas como parásitos privilegiados, establece un paralelismo entre los golpistas del 23-F y Méndez y Totxo. ¿No les parece deliciosamente retorcido?

Pero no vayan a pensar que el proletariado sale indemne de esta balacera. Otro francotirador cavernario, Salvador Sostres, nos coloca de un pepinazo en el mundo real de don Neoliberal-Mal. “Nada atonta tanto como vivir sin tener que pagar el precio y nada espabila tanto como la necesidad”, suelta el pavo a bocajarro. Traducción para las estultas masas trabajadoras: El hambre nos hará más listos.

Personalmente, el hambre me pone de muy mal café. Y no digamos la idea de tener que oir el rugido de las tripas de mis hijos. De imaginar a nuestras espabiladas criaturas en un futuro hambriento de esperanzas. Reaparece la fiera y recobro los instintos, como decía Hernández. Una piara de tigres que avanza por el mundo, así es el hambre. Ténganlo presente, señores cazadores. Sitiados por el hambre, hasta los gorriones podemos ser panteras.

El hambre, Miguel Hérnández

"Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

El hambre…
Tened presente el hambre.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja los estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento".

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