jueves, 15 de marzo de 2012

EL GUSTO DE ESCUCHAR LO QUE PENSAMOS


Lazarillo

Ocurrió en una clase de Latín de un centro público donde sus alumnos adolescentes quizá se muestren bulliciosos en demasía con esta primavera adelantada. No es fácil hallar en las aulas todo el silencio que sería menester para hacer de su vigencia una herramienta imprescindible para el ejercicio del pensamiento. El silencio ayuda a pensar y es elemental, por lo tanto, para el aprendizaje. Buenos médicos son -decía Ramón y Cajal- el arte, el sol, el aire y el silencio. Nuestra más jóvenes generaciones -y también las que no lo son- están siendo agredidas por el ruido del entorno en sus múltiples modalidades. No hay espacios para el silencio en esta sociedad donde cada rincón está relleno de un fondo sonoro impuesto y/o ya definitivamente asumido por los ciudadanos. La soledad sonora de san Juan de la Cruz se ha quedado prendida para siempre a una de las páginas más relevantes de nuestra literatura, sin apenas posibilidad de ser asumida, encarnada y comprendida como lo que es: la base sobre la que trabaja la razón. Por todo ello quizá, en un momento dado de esa clase de Latín y como la profesora se apercibiera del insólito silencio que se dejó escuchar durante unos minutos, sugirió a una de sus alumnas que escribiera un poema al respecto. Y esto es lo que hizo Alicia Población Brel y aquí deja transcrito este Lazarillo, con la referencia del blog de su jovencísima autora (Plasmando detalles) por si el curioso lector tuviera interés en seguir sus escritos:

El gusto de escuchar lo que pensamos

Se extrañan los silencios hoy en día
y se extraña el sabor de su esperanza,
pues son los que engendraban la añoranza
de un futuro que nadie prometía.

El silencio la mente esclarecía,
descubriendo recuerdos que no alcanza
ni el timbre de la esquiva remembranza,
ni el fulgor del que brota la alegría.

Nos roban el silencio lentamente,
nos hacen olvidar que razonamos
y solo nos recuerdan el presente

sin mencionar siquiera dónde vamos.
Luchemos porque viva eternamente
el gusto de escuchar lo que pensamos.

1 comentario:

Jacint dijo...

¡Qué soplo de aire fresco en tan jóvenes palabras y cuánta esperanza se derrama en nuestros paisajes!

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