Lazarillo
Hace unos días -coincidiendo con el cierre de la edición en papel del diario Público-, este Lazarillo -por buscar equivalencias- se puso en contacto con la Redacción del periódico griego Eleftherotypia, un rotativo de tendencia socialdemócrata de los más prestigiosos y de mayor circulación en Grecia, cuyos 800 trabajadores mantienen una huelga indefinida desde el pasado 22 de diciembre, ante la negativa de la empresa editora X. K. Tegopoulos de pagar sus sueldos desde el pasado mes de agosto. Los redactores y redactoras de Eleftherotypia, tomando una decisión que les honra, han decidido publicar de manera autogestionaria El Trabajador, que con su primer número -el pasado 15 de febrero- ha logrado ponerse a la cabeza de los diarios más vendidos en aquel país. La portada del segundo número, publicado diez días más tarde, es la que ilustra este post, en el que hemos querido recoger la opinión de Cristina Pantzou, periodista de la sección de Internacional del rotativo, no solo a propósito del crítico periodo socioeconómico que está viviendo Grecia, sino de la interesante iniciativa profesional puesta en marcha por los trabajadores del rotativo, a los que deseamos salud y larga vida.
"Vivo en un país hermoso de gente aun más hermosa, solidaria, combativa -afirma Pantzou-, a la que le han impuesto una realidad desoladora. Y no puedo sino sentir ira contra este sistema político que obedeciendo sin inhibiciones ni escrúpulos a los requisitos de la Troika (FMI, UE, BCE), bajo la falsa consigna de “no a la bancarrota” ha llevado al pueblo griego a sus límites. Estamos en una profunda recesión por quinto año consecutivo, el desempleo llega al 20% mientras en los jóvenes de menos de 25 años es casi del 50%, los sueldos y las pensiones cada pocos meses conocen nuevos recortes mientras son docenas los nuevos impuestos. Miles de trabajadores llevan meses sin cobrar sus salarios, los convenios colectivos y el sueldo mínimo básico han sido abolidos al igual que la mayoría de derechos de los trabajadores. Casi tres de cada diez ciudadanos viven bajo la línea de la pobreza, el 48% son pobres (no pueden satisfacer plenamente sus necesidades) y el 59% no tiene fondos para enfrentar una situación de urgencia, por ejemplo, un problema grave de salud. Son más de 65.000 las pequeñas empresas que han cerrado. Los suicidios se han triplicado y en las calles de las grandes ciudades vemos deambular -con una cobija en los hombros y una bolsa con lo poco que les quedó de su vida anterior- a los nuevos sin techo, gente como nosotros, que se quedaron sin trabajo y sin casa. La bancarrota económica y social es una realidad para el pueblo. Pero lo peor no es esta bancarrota económica, sino la democrática. Los partidos que estos dos años nos prometieron salvarnos nos hundieron en una miseria cotidiana, han aceptado limitar la soberanía nacional, han herido cada sentido de democracia negando las elecciones, formando un gobierno de una supuesta unidad nacional bajo un primer ministro banquero no electo y firmando un nuevo convenio con la Troika que impone nuevas medidas de austeridad. Requisito de este nuevo préstamo de 130.000 millones de euros es que cada ingreso público irá primero para el servicio de los préstamos. Y ahora piden que modifiquemos nuestra Constitución incluyendo un artículo que determine que el pago de la deuda es prioridad frente a otras necesidades nacionales. Y todo esto bajo el control de comisarios extranjeros. Dicen que así la deuda griega será sostenible y llegará al 120% del PBN en 2020, ¡exactamente como era en el 2010 antes de imponernos los paquetes de austeridad mortal y la demolición de las relaciones laborales! Pero los propios oficiales del FMI reconocen que este acuerdo no es factible. Cuando les convenga anunciarán oficialmente la bancarrota mientras nosotros estaremos sumidos en una nueva barbarie: nuestro futuro estará hipotecado y la situación será mucho más difícil para las jóvenes generaciones".
En cuanto a la alternativa tomada por los redactores de Eleftherotypia de editar un periódico autogestionario, la periodista considera que los trabajadores del diario son parte de esas decenas de miles de trabajadores-rehenes de empresas que siguen funcionando sin pagarles o que pagan con gran retraso. “Llevamos sin cobrar desde agosto pasado viviendo una situación de teatro del absurdo, como Esperando a Godot: un préstamo que supuestamente vendría de día a día, unas promesas que se realizarían de semana a semana, un “plan de saneamiento empresarial” que de mes en mes nos sería presentado y resolvería todos los problemas como si fuese una varita mágica. Unas 880 familias (ahora hemos quedado como unas 750) entre periodistas, personal administrativo y técnicos y trabajadores en la imprenta quedamos en un limbo sin reaccionar por meses. Algunos porque insistían en que en esta situación de crisis y bajo la amenaza de un posible default del país no era fácil obtener un préstamo y teníamos que esperar. Otros, considerando que detrás de la actitud de los bancos había presiones políticas para acabar con un diario progresista que desde el primer momento de la crisis denunció las políticas del gobierno y se esforzó por contrarrestar el “terrorismo mediático” de consenso frente a los acuerdos neocoloniales con la Troika, insistían en que no podíamos los propios trabajadores “silenciar” esta voz única y radical con una huelga. Pero la realidad se encargó de cambiar la dinámica. En diciembre se cayeron las máscaras: cuando íbamos a empezar a ejecutar las órdenes judiciales que habíamos ganado para cobrar parte los sueldos que nos debían, la empresa decidió apelar al artículo 99 de la ley de bancarrota que ofrece protección frente a los acreedores: en realidad pidió protección para que no fueran ejecutados los pagos de nuestros sueldos ya que entonces pagaba todas sus otras deudas. Al día siguiente decidimos una huelga por tiempo indefinido, decisión que se reanuda durante todo este tiempo en nuestras asambleas generales. Estamos en huelga desde el 22 de diciembre. Y como todos compartimos que es esencial que nuestra voz se oiga, que nuestros textos se publiquen y que el público entienda que no somos los trabajadores los que no quieren que se edite el diario, decidimos emprender la aventura de editar un diario de los trabajadores de Eleftherotypia. Es un diario de los periodistas en el que participan todos los que quieren bajo un comité de redacción electo que si llega a tener ganancias serán repartidas igualitariamente entre todos los trabajadores, no sólo los periodistas. A pesar de los serios problemas que tuvimos que enfrentar, la primera edición salió el 15 de febrero, día en que el tribunal examinaría la petición de la empresa al artículo 99 y fue un éxito: fue el primer diario en ventas en todo el país. Y la segunda salió ayer sábado 25 de febrero y esperamos que tenga la misma suerte. Además, hemos tenido algunas grandes victorias que quizás abran nuevos caminos a los trabajadores que están en las mismas condiciones. El 15 de febrero, el tribunal decidió aplazar el juicio hasta el 7 de marzo pero nos concedió el derecho de poder ejecutar las órdenes judiciales sobre nuestros sueldos hasta esa fecha, algo inaudito. Y el viernes pasado otro tribunal rechazó el recurso de la empresa para impedir nuestra segunda edición. Incluso los más escépticos entre nosotros entendieron que la que seguramente es una batalla perdida es la batalla que no se da. Hay un punto común en todos nosotros y ese es que queremos que Eleftherotypia siga su edición. Pero queremos trabajar con dignidad. Queremos demostrar que el alma del diario, lo que lo hace único y radical, son sus propios trabajadores y que no es posible criticar los acuerdos que la Troika impone a Grecia y aceptar que la empresa editora del diario haga lo mismo con sus trabajadores".
Es de recordar que Eleftherotipia nació en 1975, inmediatamente después de la llamada Dictadura de los Coroneles (1967-1974), pretendiendo ser un "diario de sus redactores", en consonancia con aquella nueva y esperanzadora etapa política, similar a la que España se viviría poco después. Sus redactores son los que ahora, casi cuarenta años más tarde, se resisten a que la dictadura de los mercados acabe con lo que representó aquella cabecera. Si lo lograsen, sería la mejor noticia de portada para quienes respetamos la dignidad y entidad de este oficio. Pocas veces los trabajadores de un medio estarán tan identificados con lo que la mayor parte de la población de su país está soportando.
1 comentario:
Siempre es necesaria una voz que no esté dirigida por los que mandan. Ya sabemos que quien manda es quien tiene el dinero. En muchas ocasiones éstos tratarán por todos los medios de callarla. Lo acabamos de ver con Público.Si quien escucha se muestra a cara descubierta eso dará fuerza a esa voz y a los valientes que la dan.
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