viernes, 3 de febrero de 2012
EL PARTIDO POPULAR Y SU MORAL DE CERRADO Y SACRISTÍA
Ana Cuevas
Tengo dolor de España. Algo similar a sufrir un hierro infernal clavado en el costado. Como el toro ese del que hablaba Miguel Hernández. El mismo Hernández que murió en una cárcel franquista por sentir el corazón a la izquierda y combatir la injusticia con un racimo de versos. El mismo que todavía no ha sido rehabilitado por este terrible delito. Pero está claro que, por aquella época, éste no era país para librepensadores o poetas. Ni lo es ahora para jóvenes, jubilados, dependientes, trabajadores, desempleados, mujeres, inmigrantes, laicos, ecologistas, defensores del derecho animal ... En resumen, que éste no es país para casi nadie. Mucho menos para un toro.
Actualmente, una gran masa de españoles integramos las huestes de los desheredados por una u otra causa. Al empobrecimiento general que están produciendo la crisis y su nefasta gestión, hay que añadir el desguace de las conquistas sociales y laborales obtenidos en las últimas décadas. Lo que algunos tenemos a bien llamar progreso. La recesión financiera da lugar al desarrollo de tendencias ultraconservadoras. O viceversa. Porque lo que resulta obvio es que ambas se retroalimentan y combinan a la perfección.
La cuestión es que la tropa ciudadana empieza a notar los zarpazos de la fiera recortadora que se eligió en las urnas para sacarnos de la crisis. Y ahora que el gobierno maneja la guillotina con la eficacia de manual de los neocones de Cristo (descabezando alegremente derechos y libertades), a muchos de sus votantes no les llega la camisa al cuerpo.
Parte del pueblo soberano puede sentirse burlado. Como el toro. Pero lo cierto es que la derecha pepera, aunque escondía malamente el calado de sus medidas financieras, no hizo lo mismo con su ideología. Son los de siempre. Los de la moral hipócrita que apesta a cerrado y sacristía. Los del mazo dando. Los mismos jodidos aguiluchos rojigualdos. En eso nunca se escondieron. ¿Qué carajo esperaban?
1 comentario:
Las dos Españas, siempre igual, harto ya de eso, ¿hasta cuándo?
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