sábado, 7 de enero de 2012
SEÑORES OBISPOS, ESPÉRENME EN EL INFIERNO
Ana Cuevas
Si han intentado darse de baja de la iglesia católica habrán comprobado la infinidad de trabas, maniobras disuasorias y argumentos churriguerescos a los que deben enfrentarse. Mi favorito entre todos ellos, por ser el más pueril e incongruente, es el de amenazar con que la apostasía es un billete de ida a los infiernos. Si los señores Obispos se estrujaran mínimamente las meninges entenderían que el único averno que reconocemos los ateos es el del oscurantismo y la privación de libertad que su misógina secta trata de imponer en este mundo.
Si es cierto, como dice su doctrina, que el libre albedrío es una cualidad divina inherente al ser humano... ¿por qué ese afán en salvarnos aún en contra de nuestra voluntad? Como decía uno de mis grupos punks de juventud: Realmente, tíos, nunca he visto religión que pretenda tanto salvarnos a hostias.
Por mi parte, quiero exonerar a los pastores de la Iglesia de semejante responsabilidad. Asumo mi depravación con su consiguiente y merecida caída a los infiernos. Les suplico encarecidamente que no me salven. Que permitan que mi espíritu pagano abomine de esa vida eterna a la que, con tanto empeño, quieren condenarme. Y si pretenden mantener sus suscriptores les recomiendo que cambien de estrategia. A lo mejor si, en vez de jugar a asustarnos con las calderas de Pedro Botero, les diera por repasar los Evangelios, ganarían adeptos.
Sobre todo en lo que se refiere a esa parte que habla de repartir la riqueza para poder entrar en el reino de los cielos. ¿O es que los señores obispos, como servidora, no quieren ir al cielo? Porque en ese caso, lo están haciendo bien. No hay más que ver como agarran los diez mil millones de eurazos (entre impuestos directos, indirectos, conciertos, conservación de patrimonio y otras zarandajas) que succionan de nuestro paupérrimo Estado.
Y todo eso sin que la caridad ni la solidaridad les nublen la conciencia ante la explosión de pobreza que nos está dejando la crisis. Por todo esto deduzco que los gerifaltes católicos también son ateos. Porque está claro que les acojona más que se les afloje la buchaca que todos los tormentos que les aguardan por sus graves faltas.
De cualquier modo, de existir el infierno, parece que los apóstatas no estaremos solos. Rouco Varela y sus cuadros de mando nos harán compañía. ¡No sé para quién será mayor castigo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario