lunes, 9 de enero de 2012

LA MANO QUE MECE LA CUNA DEL ARMAMENTISMO ESPAÑOL


Lucas Léon

Celebran la Pascua Militar, que nadie sabe muy bien qué es. Estrellas, vanidades, fantoches vestidos de fantoches, fantoches vestidos de reyes y extrañas bandas cruzando pechos y espaldas. Se alaba la austeridad y se presume de “recortes”. Almirantes, coroneles, jefes de Estado Mayor y reyes con yernos corruptos dicen que el presupuesto se ha recortado en 340 millones.

Firmes, ceremoniosos, patriotas de ocasión, olvidan que las depauperadas arcas de la nación, el erario público, debe afrontar este ejercicio 30.000 millones de euros comprometidos en un préstamo de gran armamento. Igual que en los últimos quince años. El cuádruple que la “gran tijera de la derecha” recortó el pasado día de los Santos Inocentes a trabajadores, funcionarios, pensionistas y demás gentes de mal vivir.

Cada españolito saldrá a 638 euros en este escote en balitas y cañones. Desde Amancio Ortega, que paga sus impuestos en Andorra, pasando por Julio Iglesias que los paga en Florida, hasta el jornalero andaluz en paro que se toma unas copas (Durán dixit) tras cobrar el PER. De las costillas de cada gilipollas andante de esta piel de toro y de Urdargarin saldrán 106.378 pesetas para “defendernos”.

¿De quién? ¿Del Morito Mohamed que puede invadir un islote con cuatro cabras y siete ramas de perejil? ¿Del islamismo de los afganos, que allí en su asiática y helada tierra quieren seguir siendo islamistas? ¿O en ayudar a Al Queda a meterle un palo por el culo a Gadafi?

El ministro del racimo, quiero decir del ramo, Pedro Morenés, sabe muy bien a quien hay pagarle esta factura. Este dispendio. Y sus comisiones. Aunque al mismo tiempo se vayan por el desagüe la cultura, la sanidad pública, la enseñanza, el poder adquisitivo de los funcionarios y pensionistas, el incremento del IRPF de millones de trabajadores, los derechos laborales conquistados en siglos…

Su mano mece esta cuna. El extremo efecto de fabricar bombas y poner la mano. La metamorfosis del sujeto en verbo. Del verbo en el laberinto de la estupidez. De la estupidez en la interminable seducción de la política.

El Rey, sobrio aún, llevaba una faja roja.

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