domingo, 8 de enero de 2012

EN LA MUERTE DE JESÚS PUEYO, VOZ DE MEMORIA


Lazarillo

Nada más leer el artículo que mi estimado Emilio Silva publica hoy en su blog, dando cuenta de la muerte de Jesús Pueyo Maisterra, este Lazarillo se ha puesto a revisar sin dilación y hasta con urgencia la biografía del fallecido, apenas un adolescente cuando vivió la dura experiencia de la Guerra de España en su pueblo zaragozano de Uncastillo. El documento merece la máxima atención por la detallada memoria que el autor hace de la cruel represión sufrida por sus familiares más cercanos, víctimas de la barbarie franquista en las primeras semanas del conflicto, y porque refleja asimismo el carácter sistemático y premeditado que tuvo aquella represión, sobre todo en el ámbito rural. Jesús Pueyo da una relación nominal de 138 asesinados en su pueblo y localidades vecinas durante el verano de 1936. Muchas voces con similares recuerdos y vivencias, como la de Jesús, han quedado silenciadas para siempre en nuestro país desde que concluyó la larga dictadura que siguió a la rebelión militar que acabó con la Segunda República. Por eso, cada vez que recuperamos una de esa voces -máxime cuando nos llega al tiempo que conocemos la muerte de quien nos dejó tan valioso legado-, es obligado prestarle la dedicación y difusión que merecen, por la mucha ansiedad y necesidad que tenemos de escucharlas. No conozco mejor manera de reconocerles a las víctimas su compromiso con la lucha por un mundo mejor. Dice Emilio Silva:

Jesús Pueyo vivía en Hendaya, en esa especie de cuneta de la historia española que es la inmediata frontera francesa, donde recalaron miles de perseguidos por el horror franquista. Desde allí luchaba por la memoria, por la justicia, por conocer el paradero de los siete familiares directos que le asesinaron los salvadores de España, por difundir la dimensión que tuvo la represión en su pueblo, Uncastillo.

Con catorce años vio alejarse a su padre subido a un camión conducido por esa España que llevaba siglos sublevada, huyendo de la razón, dando muerte a la inteligencia. Esa imagen estaba impresa en la memoria de Jesús, forjada, incrustada por quienes quisieron señorear su violencia, por quienes dejaron vivos a algunos testigos para que propagaran el miedo que generaban sus hazañas.

Hace unos años Jesús escribió una carta al apartado de correos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. En ella introdujo un relato de su biografía y copias de las numerosas cartas que durante años había escrito a responsables institucionales, presidentes, ministros y otras personalidades relevantes exponiéndoles su caso y pidiendo ayuda. Nos llamó la atención su meticuloso envío porque nos adjuntaba fotocopias de todos los recibos con los que había certificado los envíos para explicarnos que lo había hecho queriendo que hubiera testigos.

Desde ese primer momento Jesús se convirtió en un paradigma del abandono que han sufrido las víctimas de la dictadura franquista durante todos estos años. ¿Dónde estaban entonces casi todos los abogados, políticos e intelectuales progresistas? Un país con decenas de miles de Jesuses Pueyos vivía ajeno a ellos, con su memoria “aguafiestas”. Cuando Jesús llamaba a la puerta de la conciencia de este país nadie la abría porque tras ella había una fiesta de canapés y premios del Ministerio de Cultura, de hedonismo acrítico y ombliguismo de la alegría patria. Los privilegiados hijos universitarios del régimen habían ocupado espacios en la izquierda ofrecidos al dios olvido, convirtiendo su voluntario silencio sobre la biografía familiar en el silencio de todo un país.

Según estudios internacionales, España es el segundo Estado del mundo en producción de ruido. Ruido en los bares, ruido en las tertulias, ruido en las familias; ruido institucionalizado en nuestra cultura como una forma de no pensar. Ese ruido es perfecto para el camuflaje, para el todo vale, para la coartada que miles de franquistas necesitaron en su tránsito a la democracia, borrando su pasado fascista con la ayuda incluida del hijo o la hija rebelde, que se cortaba el pelo de forma rara, visitaba los garitos de moda, formaba una banda y disfrazaba a la familia de una modernidad desvinculante del régimen.

Mientras esa fiesta de coches, posmodernos, intelectuales progresistas dulcemente encantados con su burguesía y grandes eventos mundiales crecía y crecía, las cartas de Jesús Pueyo, recorrían las tripas de nuestra sociedad, golpeando en silencio las cimientos de un país en el que para cientos de miles de personas no había libertad porque ni unos se guardaron su ira ni otros pudieron guardar su miedo.

Jesús ha muerto, como han muerto miles de hombres y mujeres, sin que el Estado haya reconocido su existencia, sin que la sociedad haya reparado el daño que se les hizo y eso tiene que ver con la gran extensión social de la dictadura, los miles de colaboradores y como sus hijos han gestionado esta democracia que indigna a quienes se dan cuenta de que es estrecha y a la medida de los privilegiados del régimen que lo siguen siendo hoy.

La biografía de Jesús Pueyo *(que puedes descargar pinchando aquí) está repleta de una materia de la que las democracias actuales están inmensamente necesitadas: HONESTIDAD. Si uno mira la fotografía de Aitor Fernández que está ahí arriba puede apreciar la claridad y encontrar el rostro de ese niño de Uncastillo al que le arrebataron tantas cosas. Este hombre no se dejó vencer por el silencio, no renunció a denunciar, a buscar, a querer saber y dar a conocer. Lo hizo a pesar de vivir y haber muerto a tres kilómetros de un país cuyo Estado no cumplió el deber de haberle dado respuestas, de haberle dado justicia, de haber reparado.

Miles de hombres y mujeres han muerto en silencio en las cunetas de nuestra historia. Su tragedia y su lucha son vitaminas para la democracia y quienes la valoran y la defienden tienen el deber de exhumarlos del olvido y traerlos a un país que no deje morir en silencio las voces más hermosas.

*DOS FRAGMENTOS


1.- "En los calabozos de la Guardia Civil, donde llevaron a mi padre, había otros tantos compañeros en la misma situación, fueron tratados de forma inhumana y cruel, no tuvieron compasión y se ensañaron con ellos. A la mañana siguiente muy temprano, los sacaron de los calabozos y los subieron en un camión, como animales. Yo fui testigo directo y vi como estaba mi padre, él se tapó la cara para evitar que yo le viera en ese estado, ésta fue la última imagen de mi padre, que aún guardo en mi memoria, que he sido incapaz de borrar de mi mente y de mi corazón a pesar de los años transcurridos. Recuerdo, cómo todos estaban ensangrentados, habían sido golpeados con saña. Uno de ellos, amigo de mi padre, el carpintero Maza, tenía un ojo salido, fue horroroso verlos en aquel estado. El camión en el que iba mi padre salió del pueblo, por la carretera que va a Luesia y allí fueron fusilados. Se dice, pero no hay constancia, que fue a las puertas del cementerio de Luesia. Esto ocurrió el 02 de agosto de 1936. No hubo honras fúnebres para mi padre y sus compañeros, ellos siguen aún, en alguna fosa común entre Uncastillo y Luesia".

2.-Otro deseo que tenía desde muchísimo tiempo, era dignificar la memoria de mi padre, mi primer intentó fue en el año 1977, que le escribí al Rey, pero de ahí no pasó. Pero eso seguía latente en mi pensamiento, hasta que con la ayuda de mi mujer Ana, comencé toda una andadura por diferentes estamentos de la Sociedad Española, comenzando por el Rey nuevamente y terminando en la Audiencia Nacional. Como no obtuve nada, seguí con los Organismos Internacionales. El camino ha sido largo, complicado, con muchas dificultades y grandes silencios por parte de las diferentes autoridades, pero aún así seguí adelante con mi particular cruzada de; revindicar la memoria de mi padre, de mis parientes y de todos los que fueron fusilados en mi pueblo Uncastillo en la Guerra Civil.
Primero me dirigí a los ORGANISMOS ESPAÑOLES:
-Comencé por escribirle al Presidente del Gobierno José María Aznar, el 02/04/1998 en su
contestación me pedía recibo de los bienes usurpados, me quedó la duda que si por el fusilamiento de mi padre también debería presentar algún documento que lo certificara, obviamente no recibí contestación.
-A S.M. al REY el 20/05/2000, recibí contestación el 31/05/2000
-Secretaría General Técnica 14/06/2000
-Servicio 1º de Pensiones derivadas de la Guerra Civil
Sección: familiares de fallecidos Guerra Civil. 09/10/2000
-Juzgado de Paz de Uncastillo 03/08/2000
-Certificación Negativa de Jesús Agustín Pueyo Prat
“Fusilado en los primeros días de Agosto de 1936”
-Sección de Reclamaciones y Recursos 04/12/2000
-Carta a S.M el Rey 09/03/2001 (No contestada)
-Tribunal Económico Administrativo 09/04/2001
Reconocimiento; “COMO HUERFANO DE DON JESUS AGUSTIN PUEYO PRAT, FUSILADO
EL 02 DE AGOSTO DE 1936 DURANTE LA GUERRA CIVIL”
-Audiencia Nacional. Sala de lo Contencioso-Administrativo. Sección Séptima 17/06/2002
Una vez agotadas las diligencias a nivel Nacional pasé a los TRIBUNALES INTERNACIONALES:
-Naciones Unidas 02/02/2002
-Tribunal Europeo de Derechos Humanos
Consejo de Europeo Strasbourg 12/04/2002
-Comisión Europea 30/10/2002
-Parlamento Europeo 27/04/2003
También he escrito a la Iglesia, al PSOE, a los medios de Comunicación Social, la Asociación
para la “Recuperación de la Memoria Histórica”, al Congreso de Diputados a todos los Grupos
Parlamentarios, a raíz de las resoluciones aprobadas por unanimidad en la “Comisión Constitucional del Congreso de Diputados el 20 de noviembre de 2006, en relación al reconocimiento moral de las víctimas y los exiliados de la guerra Civil Española.
Mi mayor logro ha sido que me dieran el Certificado Negativo de Defunción de mi padre, testificando que había sido fusilado los primeros días de agosto de 1936 durante la Guerra Civil y que el Tribunal Económico Administrativo certificara por escrito como “Huérfano de Don Jesús Agustín Pueyo Maisterra, fusilado el 02 de agosto de 1936 durante la Guerra Civil". Además de ser felicitado por varios medios de Comunicación, por tener el dossier más completo
que abarca más de 100 folios, dando fe de las diligencias que he llevado a cabo "Para pedir
Justicia y Reconocimiento a las Víctimas de la Guerra Civil Española”. Todavía me queda mucho por hacer, pero el primer paso ya está dado. De todas maneras ahora hay mucha más conciencia sobre lo ocurrido en la Guerra Civil y en cierta forma se ha despertado la “Memoria Histórica”.

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