jueves, 15 de diciembre de 2011

LA FIERA LITERARIA DEJA DE SER PAPEL, PERO NO SU PAPEL



Félix Población

Con una epístola feroz a editorial Planeta y otra no menos indignada a la actual ministra de Cultura, González Sinde, La Fiera Literaria abre el que será su último número en papel correspondiente al mes de diciembre en curso (el 242), después de quince años de pertinaz lucha y loable insistencia contra la corrupción que mina y domina la literatura española. Entre una y otra misiva se intercala una extensa nómina de autores corruptos, todos ellos de muy mediático fuste, desde Juan José Millás a Ricardo de la Cierva, pasando por Posadas, Rigalt, Pombo, Muñoz Molina, Semprún, Freire, Vargas Llosa, Prada, Cela, Marsé, Umbral o Torrente Ballester, incursos en haber prestado su colaboración en los chanchullos del Premio Planeta, el de mayor dotación económica en lengua castellana.

A Lara Bosch, el editor de Planeta, le dice Manuel García Viñó, alma de estos cuadernos de crítica de la cultura, que entre él y su papá han hecho más daño a la literatura española, sobre todo a la novela, que el que le habría hecho una invasión de extraterrestres analfabetos. “Para ello -se afirma en la carta- ha corrompido a escritores, a críticos, a periodistas, a profesores universitarios que, cada año, fingen votar para, al fin, premiar el libro que usted tiene apalabrado desde hace meses”.

Como es bien sabido por quienes lo sigan, La Fiera Literaria es un boletín cuyo objetivo no es dedicarse a la crítica literaria sobre el común de los autores que escriben en nuestro país, pues para tal menester ya existen revistas diversas, generalmente comprometidas con el objetivo de publicitar las novedades editoriales, de modo que casi todas puedan parecer atractivas al lector, sin que la crítica rigurosa y fiable sea su principal cometido. La Fiera lo que pretende y logra es desenmascarar el negocio fraudulento y la precaria capacidad literaria de aquellos escritores que, gozando de un cierto prestigio y estando presentes en todos los saraos culturales oficiados por el sistema que los nutre, no se lo merecen.

La Fiera Literaria nació, sigue y prosigue su trayectoria -a partir de ahora sólo en Internet- como elemento de resistencia a la Industria Cultural, tal como dijo en su día el añorado maestro Vidal Beneyto. A propósito de esa resistencia, es de recordar la misiva que hace años dirigió el citado boletín al fallecido Jesús de Polanco, creador de una de las mafias que hoy dominan el mundo de la cultura en España, a quien se le preguntaba que si podía hacer el mismo dinero con escritores serios, ¿por qué se empeñaba en hacerlo con basura?

El empeño de esta Fiera Literaria, que a partir del mes que viene abandona la rústica tipografía de papel que la caracterizaba y emparentaba con los hebdomadarios de principios del XIX, no es meterse con Matute, Juan Goytisolo, Sampedro, Ayala, Vicent, Gopegui, Tomeo, Vila Matas, Landero o Trapiello, autores todos ellos comprometidos en hacer literatura, aunque algunos de los citados obtengan resultados más bien discretos. El ánimo de La Fiera responde, según cita textual de la publicación, a una pulsión ácrata y libre de decir lo que se piensa y de pensar lo que se dice como una voz que clama en el desierto, un desierto de ideas, de estilo, de propuestas, como el que se maneja y promueve desde empresas como PRISA, Planeta, Espasa Calpe y otras, cuyo único objetivo es la ganancia mercantil por encima de todo, y cuya confabulación con los premios literarios amañados o los críticos comprados hace posible la irradiación de una incultura literaria creciente, para la que es imprescindible contar con un público poco formado y tan manipulable como el que, por lo general, se deja embaucar por la poderosa mercadotecnia ejercida por esa industria editorial.

Al señor Lara, representante de ese tipo de editores que están corrompiendo de modo abusivo y masivo los valores literarios en nuestro país, le dedica La Fiera estas últimas líneas de su epístola feroz: "A usted sólo le importa vender. Esto, desde un punto de vista cultural, es repulsivo y más lo es todavía que usted esté considerado el más importante editor del país y los escritores de su cuadra, que son los más retrógrados del mundo, además de corruptos, los mejores, por los lectores iletrados, la crítica incompetente y los periodistas sin criterio".

Larga y feraz vida, pues, para la inestimable Fiera Literaria, porque -según respuesta dirigida a la que fuera ministra de Cultura, Carmen Calvo, interesada en saber qué quería esta publicación-, su fin no es otro que la Literatura se asome, con su verdad, por encima de los negocios, para así rebatir con argumentos sólidos y crítica acompasada -tal como hace con los libros de Javier Marías- que se llame novela a una amalgama de digresiones interminables sobre obviedades y tonterías, insoportables para cualquier lector inteligente, pero que, según La Fiera, tienen la virtud, al parecer, de enardecer a los llamados críticos literarios.

5 comentarios:

Folía dijo...

Además la Fiera es divertidísima de leer.

FP dijo...

Al autor se le olvidaba ese importante detalle y le queda muy agradecido a Folía por tenerlo en cuenta.

Anónimo dijo...

No conozco esa revista tan atractiva. Gracias por la información.

Anónimo dijo...

!Yo la descubrí hace un par de días! Y además de reirme muchísimo, me animó mucho a salir del bache en que estaba, y seguir escribiendo; si se publican esas memeces, pues todo es posible.

Anónimo dijo...

Me olvidé de felicitarte por tu blog. Es una recopilación muy bien documentada de los desastres, que se viven ya casi como naturales, que asolan al país.

Un saludo

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