domingo, 6 de noviembre de 2011

"TE QUIERO, ERES PERFECTO...", UNA COMEDIA MUSICAL DEMASIADO TÍPICA


Félix Población

Cuando una comedia musical cuenta con un buen elenco de actores, capaces de interpretar meritoriamente una serie de canciones y desdoblarse de modo muy versátil y convincente a lo largo de hora y media de espectáculo, es bastante seguro que el público lo agradezca desde el inicio del espectáculo. Eso es lo que ocurre con Te quiero, eres perfecto… ¡ya te cambiaré!, la función que por quinta temporada consecutiva llega al escenario del teatro Alfil de Madrid y entre cuyos ganchos publicitarios cuenta con el de haber sido un musical que permaneció en cartel durante doce años consecutivos en el Westside Theatre de Nueva York, entre 1996 y 2008.

Con texto y letras de Joe di Pietro y música de Jimmy Roberts, esta comedia se estrenó en España en 1999, creo que en el Marquina de Madrid, y también obtuvo entonces una buena acogida, manteniéndose en ese teatro a lo largo de toda una temporada. La producción de la compañía Tela-Katola (1997), que ahora podemos ver en el Alfil, está dirigida por Pablo Muñoz-Chápuli, autor asimismo de la adaptación, cuenta con Laura Castrillón y Amanda Puig como actrices, el propio Pablo Muñoz y Jorge Gonzalo como actores, y la excelente labor musical de Alberto Alejandro al piano y Paloma de Juan al violín.

Dicho queda que el trabajo actoral es eficaz e intenso, pues son 20 los personajes que en total se asoman al escenario a lo largo de 17 sketches y casi todos están estupendamente caracterizados y definidos. Las escenas se corresponden con la sucesión de circunstancias que se dan en la vida de distintas parejas, desde la primera cita con sus presunciones y expectativas, el encuentro con los padres y los planes de matrimonio frustrados, hasta las distintas fases de la vida hogareña, con la adaptación al primer hijo y el incordio que para actividad sexual supone la debida atención a la descendencia. La búsqueda de una nueva relación puede comportar hilaridad, si se da en el acertado sketch del velatorio, o cierto patetismo, cuando un primer plano del rostro condolido de la protagonista ocupa la pantalla de fondo, algo que en cierto modo desentona en el conjunto cómico del libreto.

Las canciones y la música son ágiles y pegadizas -quizá sea excesivo el volumen en un aforo reducido como el del Alfil-, y el espectador se deja llevar entre risas por un humor que las más de las veces resulta bastante predecible por lo estereotipado. Está demostrado, por las repetidas reposiciones de la que nos ocupa, que hay un público que agradece este tipo de comedias, pero a mi juicio el texto se resiente de un cierto desfase. En algunos sketches no rebasa el nivel de una mediocre teleserie norteamericana, con recursos más tópicos que típicos para buscar la risa fácil del espectador, algo que se consigue, sobre todo, porque los actores y actrices saben trabajársela.

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