lunes, 14 de noviembre de 2011

LA FALSA CARA CENTRISTA DEL PARTIDO POPULAR


Félix Población

Puestos a elogiar, los mismos medios que dieron a Mariano Rajoy por ganador en el debate cara a cara con el candidato del Partido Socialista -casi todos-, destacaron el talante amable y mesurado que mantuvo en todo momento el líder del Partido Popular. Los hubo incluso, y no uno ni dos, que lo contrastaron con el airado y reiterado proceder de Pérez Rubalcaba haciendo preguntas, confundiendo la insistencia de éste en obtener respuestas de su adversario -algo que nunca consiguió- con animosidad o destemplado acoso.

Ciertamente, a pesar de haber calificado a su oponente de mentiroso y de propalar insidias, Rajoy estuvo muy lejos de la montaraz ejecutoria que mantuvo su partido durante la primera legislatura de Rodríguez Zapatero. Solo hay que recordar el juicio del 11-M, la actitud vergonzosa e irresponsable seguida por el PP durante la tregua de ETA, su posición contra el Estatuto de Cataluña o su alianza con la obispalía frente a la aprobación de la ley del matrimonio homosexual, para tener constancia de lo que hay por detrás del rostro amable y centrista con el que ahora don Mariano nos obsequia.

No hay estrategia más oportuna y oportunista cuando las encuestas dan por favorito al Partido Popular de modo tan rotundo. Se pretende ganar el voto centrista de ese sector de la población que unas veces se decanta por uno de los partidos mayoritarios y otras veces por el otro, según pinte y a qué partido se pretenda castigar. Este factor, el próximo domingo, bien podría ser decisivo para dar al PP la mayoría absoluta y acaso histórica que le otorgan estos días los sondeos.

Sin embargo, dado el talante blando del liderazgo de Rajoy y las circunstancias digitales y aznariegas de su ascensión al puesto que ocupa, así como la influencia del sector re-conservador a través de la FAES y otros líderes de opinión de su partido, no es de desechar la incidencia de la facción dura en la futurible orientación de gobierno que pueda observar don Mariano. Según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la tendencia ultraderechista se ha incrementado en España en un 70 por ciento, hasta constituir el 3,4 por ciento del electorado. A falta de un partido que lo represente, más del 90 por ciento de ese electorado vota con total convencimiento al PP (90,9), valorando a Rajoy con un 7,63, muy por encima de la calificación que le da el voto centrista, 4,91.

Son datos a tener en cuenta cuando se habla de la derecha en España, vivimos en los adversos tiempos que corren y se da por inminente y abrumadora su victoria por mayoría absoluta. Porque la derecha, en este país, como sostenía ayer en un artículo Josep Ramoneda, tiene un historial muy bestia y hay motivos para temerla. Al menos -continuaba diciendo este analista- "quien esté contra la austeridad como horizonte ideológico absoluto; quien esté contra las privatizaciones a mansalva; quien esté contra la debilitación del sector público y la consagración de los privilegios de los que más tienen; quien esté contra la regresión ideológica y la pérdida de los derechos civiles adquiridos; quien esté contra la regresión autonómica; quien esté contra las políticas de xenofobia y de exclusión de minorías y, siguiendo a Javier Pradera, quien crea que la razón crítica y el pluralismo están por delante del sentido común y de lo que Dios manda".

¿Está todo eso contenido en los silencios y evasivas de don Mariano a las preguntas de Rubalcaba durante su único debate televisivo? Me temo que sí, y por eso quizá no hubo un segundo cara a cara. Sería como duplicar la evidencia o la elocuencia de esas evasivas y silencios.


Admirose un portugués
bien jodido por la diestra
que en esta España tan nuestra
se vote al pontevedrés,
pues allí desde el bebé
hasta el de cano mostacho,
salvo, tal vez, algún facho,
pronostican sin dudar
que al Estao del bienestar
le arrancarán un buen cacho.
La Spinela

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