Félix Población
Si hubo alguien que desde las instancias judiciales se caracterizó por su empeño y logros en atajar la violencia terrorista de ETA, cuyo final acaba de anunciar la propia organización armada, su nombre nos ha de sonar a todos aquellos que celebramos tal desenlace: Baltasar Garzón. Este juez no sólo contribuyó a perseguir a quienes arrojan en su historial tan largo y doloroso balance de muerte, sino que minó la base social, económica y política sobre la que se asentaba la ejecutoria de la banda. Dado que Zapatero dijo, tras conocerse el comunicado de ETA, que la nuestra iba ser una democracia sin terrorismo pero con memoria, es de justicia reconocer el papel de Garzón a favor de tal objetivo. Tanto la memoria de las víctimas de ETA como la memoria de las víctimas del franquismo forman parte de la democracia que defendemos. Dado que a Baltasar Garzón se le ha procesado por defender la memoria de las víctimas de la dictadura, tras comprometer su vida en la lucha contra ETA, es evidente que este país tiene un grave problema con la memoria democrática a la que aspiramos.
LA PENA DURA Y SECA DE LOS VENCIDOS
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