miércoles, 24 de agosto de 2011
LA PUTA CÁMARA: EL CINE Y LA DERECHA*
Félix Población
Como al funcionario de la Unidad Policial de Intervención que apaleó al fotógrafo Daniel Nuevo por no darle la puta cámara con la que este reveló una agresión contra dos jóvenes manifestantes laicos, a la derecha española tampoco le complace que las cámaras del cine español indaguen en un tema de tal entidad histórica como es el de nuestra Guerra Civil, según acaba de comentar Vicente Aranda. “La Guerra Civil -afirma el cineasta- no se puede tocar porque la derecha piensa que una cinta sobre este asunto siempre es de izquierdas”.
Si se analiza la filmografía que sobre el conflicto armado se ha realizado a lo largo de los últimos treinta o treinta y cinco años, a partir sobre todo de la inolvidable película de Basilio Martín Patino Canciones para después de una guerra -estrenada en 1976-, pocos son los títulos que podrían considerarse merecedores de recuerdo. Nuestro cine, durante la Transición y también después, se ha dejado llevar en no pocos casos por la tentación panfletaria, con guiones superfluos e interpretaciones mediocres, dando como resultado películas de contenido muy simple y precaria contextura formal.
Al lado de esos filmes, sin embargo, es indudable también que hay otros sobresalientes y de obligada mención como Las bicicletas son para el verano (1984), de Jaime Chávarri, sobre el extraordinario libreto teatral de Fernando Fernán Gómez, y La lengua de las mariposas (1999), de José Luis Cuerda. Ambos serían, a mi juicio, los modelos cinematográficos por donde debería discurrir una valiosa y perdurable recreación de tantas historias de la Guerra Civil como faltan por contar en nuestras pantallas.
A la derecha en conserva no le gusta que las cámaras de cine indaguen en la Guerra Civil, quizá por la misma razón que pretende silenciar la memoria histórica del conflicto e ignorar a las víctimas del franquismo enterradas sin nombre en cunetas y fosas comunes. Nuestros cineastas deben seguir tocando esa memoria a fondo. Cuentan con la herramienta más capaz para dar luz a esa oscuridad y perfil a tanta vida rota: la puta cámara. Entréguese sólo a la libertad de creación para hacer de la imagen reflexión y vivencia.
*Artículo publicado hoy en la columna Bocacalle del diario Público.
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