sábado, 20 de agosto de 2011

INFIERNOS Y PARAISOS TERRENALES*


Félix Población

Según se puede observar, la atonía política de agosto está siendo rellenada en los informativos por uno de los infiernos que hay aquí en la Tierra. Las madres de Somalia y sus niños hambrientos y llenos de moscas están con nosotros, pero muy lejos.

Dijo Gandhi que lo que se come sin necesidad se roba al estómago de los pobres, porque la Tierra ofrece lo suficiente para satisfacer lo que cada hombre necesita, pero no para lo que cada hombre codicia. La codicia, por medio de la explotación, la manipulación, la especulación y la corrupción, es la nota distintiva del mercado en que se ha convertido el mundo. El mercado funciona a través de la tecnología más lesiva que se abate hoy sobre el planeta, que es la tecnología económica en sus diversas modalidades: especulación financiera, blanqueo de dinero, evasión de impuestos, especulación de alimentos y materias primas, deuda del Tercer Mundo y mercado laboral.

Gracias a esa tecnología se forjaron sin duda las 255 fortunas más cuantiosas de la Tierra, cuya renta es equivalente a la del 40 por ciento de la población: precisamente los 2.500 millones de personas más pobres del planeta. Si a este dato añadimos, según subraya Andrés Herrero en su excelente libro La felicidad tecnológica que la mitad del comercio mundial se canaliza a través de las cuentas secretas y las empresas fantasma de los paraísos fiscales, ya tenemos constancia del origen de esas fortunas. Situadas a buen recaudo en las cámaras acorazadas de los bancos, son propiedad de bucaneros financieros, que han hecho de los paraísos fiscales sus modernas islas Tortuga y sirven de escondite idóneo para ocultar la identidad de sus propietarios y la naturaleza de sus tesoros.

Si aquí en la Tierra hay infiernos de inanición como el de Somalia, donde las madres acunan la agonía de sus hijos, es porque a la vida se le da carácter de gran negocio, la codicia gobierna el mundo y tiene aquí en la Tierra su reino, desperdigado en múltiples paraísos fiscales, como bien sabe el papa, que vive en Roma, gobierna El Vaticano y pone tanto celo en la salvación de nuestras almas para que así ganemos el paraíso celestial. Aleluya.

*Artículo publicado ayer, viernes, en la columna Bocacalle del diario Público.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido y admirado Félix: Tu artículo es un buen ejemplo de belleza moral y amor al hombre. Es posible que el Papa que nos visite no represente lo mejor de la Iglesia, pero es el sucesor de Pedro, a quien Jesús, que con toda seguridad te reconocería a ti como uno de los suyos, nombró como capitán de sus discípulos. De todas formas, agrada ver criticar a la Iglesia desde el mensaje de Jesús más profundo y radical, por paradójico que parezca.

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