lunes, 4 de julio de 2011

EL LIBRO PENDIENTE DE CHÁVEZ: "MI AMIGO FIDEL"


Félix Población

Independientemente de cómo se resuelva el grave problema de salud que ha suscitado la enfermedad del presidente de Venezuela, de si Hugo Chávez Frías va a superarlo con éxito o no, de si le queda mucha o poca vida para seguir al frente del país que tan reiteradamente lo ha venido eligiendo en las urnas como Jefe del Estado, hay algo que no me puedo resistir a comentar en todo el proceso al que hemos asistido a distancia a lo largo de los últimos días.

Se simpatice o no con el régimen bolivariano, sea cual sea el sentimiento o el pensamiento que nos inspire el sistema de gobierno vigente en Cuba, con sus virtudes y sus taras, la actitud de Fidel Castro respecto a Chávez y la de éste hacia el líder de la revolución cubana con motivo de la afección cancerosa del segundo, son más que reseñables. Obedecen a un sólido vínculo de amistad y admiración mutua, basado en razones afectivas e ideológicas, fruto de muchos encuentros de conversación a lo largo de casi dos decenios.

Recordaba estos días el presidente venezolano que la primera vez que visitó Cuba, en 1992, Fidel asistió a una de sus conferencias sentado en la primera fila, y que durante toda la plática sintió sobre sí mismo los ojos de águila de Castro que no dejaban de observarlo. Esa misma impresión tuvo cuando el pasado mes de junio, estando de visita oficial en la isla, el anciano comandante se interesó por la salud de Chávez, interrogándole y mirándole fijamente, hasta lograr que se sometiera a un exhaustivo chequeo médico.

Según la versión directa de Hugo Chávez y la que también nos ha participado el canciller de Venezuela Nicolás Maduro, gracias a la profunda amistad entre Fidel y el presidente bolivariano fue posible ese grado de comunicación y confianza personal que hizo posible -suponemos que en una pausa de sus habituales e intensas conversaciones políticas- la intervención de Castro en pro de la salud de Chávez, decisiva quizá para evitar un empeoramiento de la afección que podría haber puesto en serio peligro la vida de su amigo.

Según muestra este episodio, no encontraremos entre dos Jefes de Estado -aunque uno ya no lo sea- un grado de amistad tan intenso y efusivo como el que se profesan Fidel y Hugo. Tampoco tan explícito, tan expansivo y tan mutuo. Por eso y porque creo que el mundo anda muy necesitado de que sus grandes líderes se expresen con esa humanidad, confío en que algún periodista tenga alguna día la percepción, capacidad y tino para acertar a describirnos cómo se gestó, creció y afirmó esa amistad a lo largo de casi cuatro lustros. Quizá ese libro tenga que escribirlo el propio Chávez: "Mi amigo Fidel".

+@Entusiasmo
+@Imágenes y palabras del retorno, así como del comportamiento de la oposición trasnacional

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