martes, 15 de marzo de 2011

TIEMBLA EL PLANETA Y GRITA: ¿NUCLEARES?, NO, NUNCA


Felix Población

Recuerda Pérez de Uralde hoy, en un breve artículo, que fue hace treinta años cuando aquellas vistosas pegatinas de ¿Nucleares?, no, gracias, en las que un riente sol rojo se inscribía en un círculo amarillo, llegaron a sus manos de colegial como seña distintiva de resistencia ante ese tipo de energía. Los accidentes ocurridos en Three Mile Island en 1979 y en Chernóbil, sobre todo, en 1986, supusieron una detención en la construcción de nuevas centrales que quizá ahora, dependiendo de lo que ocurra en Japón, podría acabar con la alternativa nuclear. Conviene tener en cuenta que el accidente de Chernóbil supuso la muerte de 200.000 personas y la contaminación de una superficie equivalente a Holanda, en la que viven o sobreviven nueve millones de habitantes.

De momento, los efectos de lo que está ocurriendo en Japón -hasta cuya capital (a 240 kilómetros de la central de Fukushimaya) ya han llegado las primeras partículas radiactivas-, se han dejado notar en Alemania, el país europeo más concienzado sobre los riesgos de la energía nuclear. Una manifestación de 60.000 personas reclamó hace días la eliminación de las centrales nucleares y la canciller Merkel acaba de anunciar que se suspenderá la prolongación de funcionamiento de las 17 instalaciones en uso, hasta en tanto se revisen las estándares de seguridad de las mismas. El abandono de la energía nuclear fue aprobado en ese país hace casi once años por el gobierno del entonces canciller Gerhard Schröder. En un acuerdo suscrito entre la coalición de gobierno socialdemócrata-verde y la industria energética, la última de las 17 plantas nucleares alemanas debería quedar desactivada en 2021. El actual gobierno de Angela Merkel derogó ese acuerdo y aprobó alargar la vida de las plantas: 8 años para las más antiguas y 14 años para las más modernas.

Los titulares de los periódicos son cada vez más alarmantes acerca del riesgo de catástrofe nuclear en Japón. A medida que estas noticias nos llegan, elogiando el civismo y la paciencia con que los ciudadanos hacen frente a una situación que día a día nos viene suscitando un creciente grado de dramatismo, algunas crónicas ya hacen notar que ese civismo no excluye la sospecha y la indignación de que el gobierno japonés esté tratando de maquillar los datos reales. Leo una crónica a pie de calle en Cuarto Poder en la que se dice: “No creo nada de lo que dice el gobierno”, afirma tajante Sumiko. “Están maquillando una situación que se les está yendo de las manos; estamos hartos de que nos engañen”, dice retorciendo nervioso sus manos. Y su sentimiento no es el único. En las calles de la capital, tras el anuncio del posible terremoto del miércoles, que se espera sea de cerca de 7.0, la gente ha estallado en quejas y reclamaciones hacia el Gobierno. Anoche en una interminable rueda de prensa el primer ministro Naoto Kan intentaba dar una imagen de control afirmando que todos tenían que poner de su parte para superar la crisis de las centrales nucleares. “Es lógico –afirma Sayumi–, claro que hay que ser solidario y lo que haga falta; somos un pueblo unido, pero lo que no soportamos es el engaño."

Se ha dicho que el seísmo de Japón liberó 60 veces más energía que la bomba atómica arrojada en Hiroshima por Estados Unidos en 1945. Una guerra tan brutal como la que asoló el planeta entonces hizo efectivo tan desmesurado alarde de destrucción sobre la población civil. Los damnificados de aquella catástrofe siguieron muriendo largo tiempo después del ataque a causa de lo que entonces se consideraba una misteriosa enfermedad: la radiación. A los cinco meses del bombardeo, Hiroshima arrojó como balance 140.000 muertos y Nagasaki 70.000.

Confiemos en que la tragedia que vive ahora Japón, comparada por su gobierno con la que se produjo entonces como consecuencia de un conflicto armado, no llegue a reproducir aquellos niveles de mortandad, que podrían llegar incluso a ser mayores si a los desastres del seísmo se uniera el de una catástrofe nuclear. Tal parece que la potente energía con que las entrañas del planeta han temblado y siguen temblando reiteradamente en aquella zona geográfica, fuera la de un grito de rabia y advertencia de la Tierra viva y herida a la Humanidad: ¿Nucleares?, no, nunca.

+@Un fantasma (nuclear) recorre Europa.
+@Paralizadas las siete centrales más viejas de Alemania.
+@Crisis nuclear y crisis económica.
+@Algo se mueve bajo el mar.

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