viernes, 15 de octubre de 2010

LA TORTURA TAURINA ES CULTURA


Lazarillo

El ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, se reunió hace unas fechas con una cuadrilla de toreros, todos muy elegantemente ataviados, para compartir con ellos que el espectáculo de la tortura ejercida contra un animal en un coso, entre pitos, palmas, acordes musicales, puyazos y banderillas, es cultura. Quiere esto decir que en España eso está a la altura de un concierto de Bach o una sinfonía de Beethoven, una ópera de Mozart, el montaje de una obra de Shakespeare o la puesta en escena del Lago de los cisnes.

Siendo así, me pregunto, qué mantenía hasta ahora la tauromaquia bajo la dependencia del Ministerio del Interior, que es un departamento propio del orden público, si lo que su titular piensa es que el lugar de ese espectáculo basado en la tortura de un animal está en el mismo departamento donde se gestionan las bibliotecas y los museos. ¿Se puede admitir un traslado de dependencia tan contrastado sin preguntarse las razones?

Escucho a los taurófilos afirmar que el toreo es arte y así lo prueba el hecho de que artistas, músicos y poetas dejaron constancia de ello en sus obras. El aserto no me vale porque lo que se pinta, compone o escribe no justifica que el tema sea arte. El único arte constatable es el del autor que concibió y verificó su obra con una sensibilidad hacia el toreo que para nada se parece a la que se da ahora en la sociedad española.

A un poco más del 72 por ciento de los españoles no le interesa actualmente la tauromaquia. A pesar de eso, cada una de los doce millones de familias que constituyen la población de este país aporta a ese espectáculo anualmente la cantidad de 47 euros. Con ello contribuyen a financiar los casi 600 millones de euros (564) que el Estado aporta con destino a ese tipo de actividad. En esa cifra no se cuentan las ayudas que además reciben los ganaderos del toro bravo.

Sólo en Andalucía se han invertido este año dos millones y medio de euros en promocionar la tauromaquia. No sé lo que se podría hacer por la cultura de esa región con esa cantidad, pero aplicada a la sanidad pública se podrían poner en funcionamiento diez quirófanos de urgencias con capacidad para verificar ocho cirugías diarias o pagar un empaste bucal a más de nueve millones de niños.

El espectáculo de los toros torturados y ejecutados en los ruedos está llamado a desaparecer por extinción natural. Subvencionar esa extinción como cultura no la rescatará de su muerte en la España de nuestro siglo.

+También contra el gorrión.

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