viernes, 1 de octubre de 2010

ECUADOR, A FROILÁN JIMÉNEZ


Félix Población

Una característica de los intentos de golpe de Estado en América Latina, incluso cuando triunfan como ocurrió en Honduras el año pasado, es que pueden surgir de modo tan imprevisible como sucedió ayer en Ecuador. Esto quiere decir que toda prevención es poca por parte de los gobiernos democráticamente elegidos que tanto molestan al Imperio. Que cuando Chávez o Morales hablan de amagos de conspiración o indicios de magnicidio, esas sospechas deben ser tomadas muy en serio.

Todavía hoy se califica a Rafael Correa, presidente de la Republica de Ecuador desde hace tres años, como un bolivariano con la cabeza fría. Sin embargo, a pesar de esa definición, Correa demostró en la tensa jornada de ayer un arrojo y una combatividad que pudieron traer como consecuencia dos resultantes: su muerte, víctima de la policía golpista, o una reafirmación de su valiosa personalidad humana y política como legítimo primer mandatario de aquel país.

Durante la tarde de ayer, en el transcurso de las casi doce horas de secuestro que hubo de padecer Rafael Correa como víctima de la sublevación policial, se dilucidaba en Ecuador si lo queestaba ocurriendo iba a terminar como en Honduras, en 2009, o como Venezuela, en 2002. Por suerte, el final ha sido muy parecido al rescate que la ciudadanía de Caracas hizo del legítimo presidente Hugo Chávez, con la diferencia de que éste hubo de reafirmarse contra una conspiración de mayor entidad que llegó a contar con el apoyo de varios Estados extranjeros.

Las primeras manifestaciones de Correa, asomado a la Plaza Grande de la capital ecuatoriana desde un balcón del Palacio Corondelet, dejaron constancia del sentimiento de tristeza con el que el presidente vivió tan amarga y dura experiencia. Había acudido al regimiento Quito de la policía para interesarse por unas legítimas reclamaciones salariales y se encontró con un claro ejemplo de conspiración -al que no sería ajeno el ex presidente Lucio Gutiérrez-, que puso en peligro cierto su vida.

Las imágenes de Rafael Correa ofreciéndose a las armas de los sublevados podrán parecer histriónicas en Europa, pero reflejan mucho valor en América Latina, tanto como el que demostró Froilán Jiménez, miembro del Cuerpo de Operaciones Especiales fiel al presidente, que perdió su vida en el empeño por defender a quien está pretendiendo -según palabras del propio Correa- el buen vivir de su pueblo, con la voz y el voto de su pueblo.

Es de esperar que esa voz y ese voto hayan crecido ayer con el valeoroso ejemplo del presidente y el de Froilán Jiménez, última víctima de los sicarios del golpismo que tantas veces desangró las venas de América Latina.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Larga vida a Correa y su pueblo. Larga vida a la democracia en Ecuador. Gracias.

Folía dijo...

Me alegro de que este golpe no haya tenido éxito. Del héroe Froilán Jiménez no sé si se van a acordar los que, como pasó con el de Honduras, primero condenan el golpe y luego dicen que lo arreglan haciendo lo que quieren los golpistas.
Lo tienen difícil los gobiernos democráticos de izquierdas: se les ataca claramente con las armas de siempre o de forma más disimulada con presiones de bancos, sistemas financieros, medios informativos...

Anónimo dijo...

Sí, y esa forma de atque se alía cuando es preciso con cualquier pequeña incidencia que pueda suceder en el país para armar un golpe de estado, se han fijado qué silencio el del diario El País a la hora de escribir un editorial, ¡cuántos otros se lanzaron con el gibierno de Venezuela en las últimas semanas...

Publicar un comentario