sábado, 5 de junio de 2010

MY NAME IS RACHEL CORRIE


Félix Población

Han pasado siete años. Ocurrió el 16 de marzo de 2003, cuando la joven estadounidense Rachel Corrie fue arrollada y muerta por un bulldozer israelí en la localidad de Rafah, en la franja de Gaza, por oponerse con su cuerpo a las demoliciones de casas palestinas.

Un millar de palestinos recordaron a Rachel el día de su muerte llevando en una manifestación espontánea una camilla envuelta con la bandera de Estados Unidos. Hoy velamos la bandera de los Estados Unidos para mostrar nuestra solidaridad con todos los estadounidenses que aman la paz como Rachel, dijo Hassan Abu Toa'ama, un campesino de Rafah. Pero el gobierno norteamericano desechó una investigación independiente que aclarase la muerte de su ciudadana, que como tantas otras quedó impune.

Corrie tenía 24 años y dejó escritas unas cartas a su madre, publicadas bajo el título My mane is Rachel Corrie. La última dice lo que sigue: “Esto tiene que terminar. Tenemos que abandonar todo lo demás y dedicar nuestras vidas a conseguir que esto se termine. No creo que haya nada más urgente. Yo quiero poder bailar, tener amigos y enamorados, y dibujar historietas para mis compañeros. Pero, antes, quiero que esto se termine. Lo que siento se llama incredulidad y horror. Decepción. Me deprime pensar que ésta es la realidad básica de nuestro mundo y que, de hecho, todos participamos en lo que ocurre. No fue esto lo que yo quería cuando me trajeron a esta vida. No es esto lo que esperaba la gente de aquí cuando vinieron al mundo. Este no es el mundo en que tú y mi papi querían que yo viviera cuando decidieron tenerme”.

Hoy navega hacia Palestina un barco irlandés con el nombre de Rachel Corrie, al que amenazan las mismas armas a las que ella se enfrentó sin armas. El ejemplo de Corrie ya costó la vida a diez cooperantes de la Flotilla de la Libertad de la que forma parte ese buque, asesinados a quemarropa por soldados israelíes hace unos días.

Esto tiene que terminar, Corrie, y quienes han ido, van y volverán a ir en esos barcos con sólo la paz y la palabra, como tú, saben que eso ahora está mucho más cerca. El primer indicio será comprobar que quienes te mataron y mataron a tus compañeros de la Flotilla no van a disparar sobre tu nombre, inscrito en la proa de un mercante cargado de valor y solidaridad. No lo harán porque puede que estén empezando a temerlo.

8 comentarios:

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

Quiero convertir tu última frase, “No lo harán porque puede que estén empezando a temerlo”, en una plegaria: Por la humanidad que somos y debemos ser, por Dios, ¡que no lo hagan!

FP dijo...

No lo han hecho, Miguel Ángel, no lo han hecho. Un saludo y gracias por tu comentario.

Miguel Ángel Velasco Serrano dijo...

En efecto, no lo han hecho. Ahora ¿nos quedará la duda acerca de por qué no lo han hecho? ¿Temor? ¿Pasividad activa de los abordados? ¿Sentimientos de piedad? ¿Vergüenza?

¡Ojalá sigan intentando llegar más barcos a esa costa! Alguno la alcanzará…

GARCI dijo...

A por el mar,
a por el mar que ya se adivina,
a por el mar,
a por el mar, promesa y semilla
de libertad,
a por el mar, a por el mar...

El mar nos está esperando
a poco tiempo del sueño,
sólo es cuestión de unos pasos,
esos que reprime el miedo,
vayamos, pues, a abrazarlo
como un amante que vuelve
de un tiempo que nos robaron,
ese que nos pertenece.

El mar es más que un paisaje,
también es un sentimiento,
es un corazón que late
negándose a seguir muerto;
no rinde más obediencia
que la que exigen los vientos,
no lo sujetan cadenas
ni se detiene ante el fuego.

Anónimo dijo...

Excelente blog. Un saludo. Volveré por aquí.

Anónimo dijo...

Los padres de Rachel: ¿Qué fue de ellos? Su hija no merece ese olvido en un país que está cometiendo tantos muertos.

Anónimo dijo...

Por favor, padres de Rachel,digan algo a los padres de los que han sido asesinados ahora en la flota de la solidaridad. Se sentirán mejor.

Anónimo dijo...

Esa bandera...

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